En el momento en que un niño gatea, gana independencia. Pero, al mismo tiempo, los padres la pierden. Es importante no coartar en exceso sus movimientos, ya que, si continuamente se le regaña o se le inhibe, es posible que el gateo pueda resultarle frustrante, cuando en realidad debería servirle como estímula para interaccionar con su entorno y desarrollar sus capacidades de equilibrio y motoras.
Si el niño está en fase de empezar a gatear, se debe procurar que lo haga en las habitaciones más seguras, que suelen ser su cuarto o el salón.
Es conveniente retirar muebles, tapar los enchufes, poner protectores de goma en los muebles con esquinas y, sobre todo, retirar cualquier objeto susceptible de caer sobre el niño: lámparas de pie, plantas, manteles de las mesas, jarrones y un largo etcétera.
Se debería evitar que el niño gateara en habitaciones como la cocina (especialmente si se está utilizando), los baños o los trasteros.
En cualquier caso, nunca hemos de dejar solo o sin la suficiente supervisión al pequeño. En caso de que se tenga que realizar una actividad que requiera parte de la atención (como atender una simple llamada telefónica), puede ser prudente sentar durante unos minutos al lactante, en lugar de dejar de prestarle suficiente atención aunque sea durante sólo unos segundos.
Imagen: bornangels