El vómito debe distinguirse de la regurgitación, que se refiere al desplazamiento sin esfuerzo del contenido gástrico hacia el esófago y la cavidad oral, como ocurre con el reflujo gastroesofágico fisiológico. Grados leves de este reflujo son bastante comunes en los primeros meses de vida del bebé.
Por otro lado, también hay que diferenciarlo de la rumiación o merecismo, un trastorno psicoafectivo por el que el niño se complace en degustar y deglutir el alimento retornado desde el estómago, voluntariamente.
Además, el vómito puede ser una respuesta de comportamiento aprendida hacia un alimento en particular asociado a una sensación no placentera y formar parte de un reflejo protector frente a un alimento contaminado o una sustancia tóxica.
Para llegar a un correcto diagnóstico es esencial una buena valoración clínica, ya que, en varias ocasiones, las consecuencias del vómito requieren una atención médica inmediata.
En primer lugar, es importante describir el vómito al pediatra y que éste conozca la cantidad y la frecuencia de las ingestas, la técnica de alimentación, la posición y el comportamiento del bebé durante las tomas y si hay episodios de atragantamiento, tos, rechazo de la toma… De hecho, los cambios en la postura pueden afectar a la frecuencia y la gravedad de los vómitos e indicar una posible hernia de hiato. Otros síntomas que deben investigarse son la presencia de estreñimiento e ictericia (que puede indicar una hepatitis o una enfermedad de la vesícula biliar).
Concretamente, el pediatra tendrá que estar informado del patrón del vómito, mediante los siguientes puntos:
- Aspecto: alimenticio (blanco), mucoso o gleroso (verde), biliosos (amarillo-verdoso), fecaloideos (marrones) o hemático (rojos: sangre fresca, como “en posos de café” o sangre digerida).
- Relación con la ingesta: si el vómito se produce inmediatamente tras comer (reflujo gastroesofágico), si es tardío (mucofagia) y “estancado” (obstrucciones digestivas…). El vómito que empeora con la ingesta es más común en las alteraciones del tracto digestivo.
- Frecuencia/cantidad: si los vómitos son leves, continuos, cíclicos…
- Fuerza: si es babeante y continuo, pero escaso (reflujo), si se produce con cierta fuerza (obstrucción digestiva), si va acompañado de náuseas previas (infecciones), si es “a chorro” (hipertensión intracraneal).
- Carácter: si es mantenido y estable (reflujo), progresivo (estenosis pilórica), irregular o repetitivo (vómito cíclico).
- Secuencias lógicas: el vómito matutino temprano suele indicar reflujo gastroesofágico, pero también aparece en la hipertensión intracraneal.
Además, hay que tener en cuenta factores como si el niño es prematuro, la presencia de alteraciones del crecimiento y desarrollo, una cirugía u hospitalización previa, así como la asociación de estrés o depresión, o la presencia de antecedentes familiares de una enfermedad gastrointestinal significativas.
Imagen: controlclinico
¿Es normal que nos vomiten los bebés? I – ¿Es normal que nos vomiten los bebés? III