El niño comienza a coquetear con la lectura sobre los tres años y no lee por sí mismo hasta los seis, aproximadamente. Por tanto, en las primeras fases prelectoras los libros se caracterizan por el protagonismo de las imágenes y por los elementos para interactuar.
Según indica la experta de la Editorial Planeta, desde los 18 a los 24 meses “el niño ya va aprendiendo a desarrollar el lenguaje y a incorporar palabras de vocabulario”. Así pues, los libros llevan asociadas palabras a las imágenes correspondientes y el pequeño aprende, jugando, a reconocer un objeto y a relacionarlo con ciertas cualidades.
Además, todo lo aprende jugando, casi sin darse cuenta, gracias a su curiosidad y a través de la combinación de colores y de texturas, con solapas, con pop ups (elementos emergentes, desplegables), etcétera. De este modo, el pequeño experimenta lo que está leyendo, interactuando con el libro.
La oferta es inmensa, pero al adquirir las lecturas debemos fijarnos en ciertas características de los libros infantiles que ayudan a captar la atención de los peques de la casa. Algunas pautas para elegir las lecturas más recomendadas de los 0 a los 5 años incluyen que el texto sea breve y claro, que el niño se pueda idenificar con los personajes o las situaciones, que se juegue con el lenguaje: con repeticiones sencillas, rimas, onomatopeyas o palabras sonoras; o los colores sean vivos y se utilicen diferentes técnicas de ilustración (dibujo, fotografía, collage…).
En cuanto a las temáticas más adecuadas, es importante que el pequeño se sienta identificado con los temas y los personajes. Poco a poco le van interesando más la fantasía, las aventuras y, curiosamente, el humor, que ya desde muy pequeños, les engancha muchísimo. Todo lo que les provoca risa mantiene su interés y les motiva a la lectura.
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