Hablamos de síndrome del niño Emperador , cuando nos referimos a un niño exigente, que tratan especialmente mal a los que le rodean, especialmente a los padres, como si se tratara de un “tirano”.
Estos pequeños acostumbran a ver satisfechas sus exigencias a través de las rabietas, pasando de ser simplemente niños mimados a convertirse en pequeños dictadores. Llegan a utilizar los insultos frecuentemente e incluso pueden llegar a recurrir a la violencia, pegando o dando patadas. Suelen sentirse en el centro del mundo, discuten todo, piden constante atención, les resulta difícil adaptarse a nuevas normas… y pese a que los padres están constantemente pendientes intentando satisfacerles, al final son niños tristes y frágiles.
¡Ojalá tuviera otros padres!, ¡eres el peor padre!, ¡no te quiero!… y otras muchas expresiones similares harán que los padres sucumban a las exigencias de los pequeños, pero eso no va ha conseguir que los peques dejen de expresarse así cuando quieren algo, sino que simplemente les hará sentir que de esa forma ellos pueden conseguir más, y que tienen el poder.
Una casa que convive con un niño con síndrome del Emperador, se convertirá en hogar asfixiante, él nunca verá satisfechas todas sus exigencias, por lo que la paz y la armonía van a brillar por su ausencia.
Hay que atajar el problema cuanto antes. No es algo fácil pero resulta imprescindible para los niños, ya que, aunque parezca que estando constantemente pendientes de ellos y dándoles todo lo que piden, van a ser más felices, al final resulta que están tristes, enfadados, o con falta de autoestima, entre otras cosas.
Los niños con el síndrome de Emperador, no dejan de ser niños, y es posible dar solución al problema con constancia y paciencia. De esto hablaremos más detenidamente en la siguiente entrada.
Foto orientativa: Spigoo.