Este trastorno se considera funcional y representa la forma más “exagerada” de la inmadurez fisiológica de la barrera antirreflujo en niños, por lo demás, sanos. La mayoría de las veces la barrera antirreflujo madura con el tiempo de tal forma que en el 95% de los casos el problema se resuelve como muy tarde a los 18-24 meses.
En algunos niños la barrera antirreflujo es incompetente y la duración y el volumen del reflujo es mayor, lo que provoca problemas patológicos en órganos digestivos o extradigestivos. En estos casos hablamos de enfermedad por reflujo gastroesofágico.
El jugo gástrico. al ser fuertemente ácido y contener enzimas digestivas, es altamente irritante. Solo la mucosa del estómago está preparada para alojar de forma natural el jugo gástrico sin que esta sufra daño.
Cuando este jugo contacta con la mucosa de otros órganos durante un tiempo prolongado produce enfermedad por irritación y/o inflamación de la misma. Así el contacto prolongado del jugo gástrico con la mucosa del esófago origina esofagitis péptica que se manifiesta en el niño pequeño por llanto excesivo y/o rechazo de la toma o en casos más graves por hemorragia digestiva. En el niño mayor los síntomas digestivos más frecuentes son dolor y sensación de ardor en la parte alta del abdomen y/o eructos ácidos que suben desde el abdomen hacia el torax (pirosis).
En otras ocasiones, los síntomas predominantes son debidos a que el material refluido alcanza órganos del aparato respiratorio: tos crónica, crisis de asma que no mejoran con tratamiento habitual o neumonías de repetición.
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Cuándo preocuparse por el reflujo I – Cuándo preocuparse por el reflujo III – Cuándo preocuparse por el reflujo IV