Nunca se debe tener prisa en la descongelación, pues de ello depende sobre todo el sabor del alimento, lo que resulta clave para los niños. Además, habrá que seguir las pautas de cada envase.
En el caso de la congelación casera, como es el caso de la congelación de los primeros purés, éstos deben descongelarse en el propio frigorífico y después cocinarse. En el caso de la congelación casera hemos de ser muy escrupulosos porque no se logran las mismas condiciones tan eficaces como en la congelación industrial.
También es recomendable comprar los alimentos congelados en el último momento, comprobar que no están rotos y que no tienen escarcha en su interior y trasladar los productos congelados en bolsas isotérmicas hasta nuestro hogar.
Una vez en casa, los congelados se deben mantener a una temperatura de entre -18 y -24 ºC.
Las carnes y los pescados se deben descongelar lentamente: para ello lo mejor es introducirlos en el frigorífico y evitar que estén a temperatura ambiente durante el proceso de descongelación. En caso de prisa, puede utilizarse el microondas.
Los mariscos, las verduras y las hortalizas pueden hervirse directamente sin descongelarlos.
Nunca se debe descongelar un producto poniéndolo al sol o a otra fuente de calor (como radiadores, etc.) ni tampoco sumergiéndolo en agua caliente o en leche.
Imagen: fussyfoodie
Comida congelada para niños I – Comida congelada para niños III
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