La solución a esto radica en la ultracongelación, una técnica que congela los alimentos a temperaturas muy bajas y rápidamente, en las dos o tres horas después de haberlo recolectado fresco. Se impide así la proliferación de bacterias en los alimentos, además de que se mantienen las propiedades organolépticas del mismo como el color, el sabor, el olor y la textura.
En el caso de las carnes si siguen los pasos anteriores se mantienen correctamente las proteínas, las vitaminas y los minerales. Si se trata de pescado, tan recomendado en la infancia, por tener grasas insaturadas y ricas en omega-3 (pescado azul), se conserva bien, al igual que las vitaminas y minerales. Además, en el pescado congelado se elimina el riesgo de anisakis, parásito que puede provocar alergia en algunos niños.
Los fritos, por el contrario, no deben utilizarse más que en circunstancias excepcionales, porque aumenta el colesterol y suponen un riesgo de provocar sobrepeso.
Imagen: sheknows
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