1. En primer lugar, establece unas rutinas. Un plan programado para practicar un día a la semana a una hora en concreto. De esta forma, cuando se crea una rutina también se crea un compromiso por ambas partes.
2. No importa tanto el tiempo compartido como el hecho de tener un espacio propio. Es decir, conviene dar valor a los pequeños rituales del día a día. Por ejemplo, que sea mamá o papá quien siempre acompañe al niño a la escuela.
3. Es muy saludable que más allá de compartir ocio todos juntos en familia también se refuerce el ocio individualizado de la madre con su hijo, por una parte, y del padre con el niño, por otra. De lo contrario, puede suceder que el niño tenga mucha más confianza con la persona con la que convive más en el día a día.
4. También es un signo de inteligencia emocional reforzar planes gratis en la agenda de ocio para que esos placeres no puedan verse alterados cuando cambie la posición económica de la familia. Caminar por la orilla del río, hacer turismo por la ciudad, salir al parque, preparar una receta especial…
5. Evita distracciones cuando estás disfrutando de planes con tus hijos y apaga el teléfono móvil porque el presente siempre es lo más importante.
6. Puedes repetir con tu hijo, aquellos planes que tu padre disfrutó contigo cuando eras niño.
Foto – Piensa Vida