El rotavirus se elimina en gran cantidad por las heces de los niños infectados, aunque es un virus muy contagioso y resistente a las medidas de desinfección. No se elimina fácilmente con el lavado de manos con agua y jabón e incluso con desinfectantes cutáneos habituales como la clorhexidina o la lejía, por lo que sobrevive mucho tiempo en el ambiente y en la superficie de objetos que han estado en contacto con un sujeto infectado.
Por ello, el rotavirus se disemina rápidamente en el entorno familiar o en guarderías, originando brotes epidémicos.
El principal riesgo que tiene un niño con gastroenteritis aguda es la deshidratación, ya que está perdiendo líquidos y sales a través de los vómitos y la diarrea.
Este riesgo es mayor cuanto más pequeño es el niño porque sus mecanismos de reserva y defensa son menores y más inmaduros. Habitualmente, esta situación de deshidratación se manifiesta en la sequedad de la piel y de las mucosas (boca, lengua), los ojos hundidos y el decaimiento del niño. Además, los padres pueden percibir que el niño orina con menos frecuencia y en menor cantidad, o cuando el niño es mayor, que se queja de sed intensa.
En ocasiones, debido a la agresividad del germen causal o la persistencia de la diarrea, se produce un daño en la mucosa intestinal que hace que el niño no tolere ciertos alimentos, fundamentalmente la leche y sus derivados.
Imagen: espectacularkids
Prevenir la gastroenteritis aguda en el lactante I – Prevenir la gastroenteritis aguda en el lactante III – Prevenir la gastroenteritis aguda en el lactante IV
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