El recién nacido viene al mundo con la sana intención de adaptarse, pero durante sus primeros meses de vida su sistema inmunológico es todavía inmaduro y, además, carece de los mecanismos que nos permiten con la edad regular nuestra temperatura corporal. Por eso, es importante tener presente que el bebé necesita unos cuidados extra en invierno.
A partir de los cuatro kilos de peso, el bebé es capaz de regular su temperatura corporal con normalidad cuando las condiciones ambientales son propicias, es decir, cuando la temperatura exterior ronda los 20 grados. Sin embargo, los prematuros y los bebés de menos de 4 kilos de peso, tienen poco grasa corporal y son más vulnerables al frío, pero también al exceso de calor. Si acabas de dar a luz, ten en cuenta que los recién nacidos pierden mucho calor por la cabeza y es importante cubrir su cabecita con un gorro para evitar la pérdida de calor.
Abrígale, pero no en exceso. Ponle las mismas capas de ropa que lleves tú y una de más que es el body, según la temperatura y el día que haga. Ten en cuenta que, además, el bebé permanecerá tumbado y generalmente arropado. Para saber si tu bebé tiene calor, puedes pasar un dedo de tu mano por el cuello o por su nuca y comprobar si está sudando. Además, si tiene calor, le encontrarás más agitado y nervioso. Por el contrario, el procedimiento habitual de tocar sus manos o su nariz puede dar lugar a equívocos.
Imagen: nonabox
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