Una vez que hemos tomado la decisión de abordar la maternidad en solitario, lo primero que debemos hacer es acudir a una clínica donde ofrezcan el servicio de Inseminación Artificial de Donante (IAD).
Una vez en la clínica, el personal médico realizará un estudio básico de la mujer en el que se valorarán aspectos ginecológicos, que no exista alguna enfermedad de base que contraindique el tratamiento y su edad, con el fin de proporcionarle el tratamiento más adecuado a sus características.
Depende de cada caso, pero el estudio básico de la mujer no suele durar más de un mes. Pueden someterse a la IAD mujeres mayores de 18 años en plena capacidad de obrar, independientemente de su estado civil, pero no es recomendable para mujeres mayores de 40 años, ya que los resultados del proceso son peores. Si todo está correcto, se comienza con el tratamiento.
La media del coste de todo el proceso se sitúa entorno a los 1.000 euros. Y una vez que la mujer se queda embarazada es una gestación como cualquier otra, así que puede ser controlada con normalidad por su ginecólogo.
Apoyo psicológico
Someterse al tratamiento de IAD es quizá el cariz del proceso que más preocupa a las futuras mamás. Surgen miedos ante la incertidumbre de cuánto tardará en llegar el bebé. Y si esta espera se alarga más de lo previsto pueden llegar a desilusionarse, es entonces cuando interviene la labor del psicólogo, con el que cuentan la mayoría de las clínicas de reproducción asistida.
Desde estas clínicas se interviene para ayudar a las mujeres a manejar la frustración que les produce la tardanza en quedarse embarazadas, se les entrena y se les dan herramientas para que ellas puedan compaginar, de la mejor manera posible, el tratamiento, la duración y los efectos del mismo con su vida personal. También se les enseña a manejar la presión o la falta de apoyo social y familiar a lo que, por desgracia, se tienen que enfrentar en algunos casos.
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Foto | Parker Knight