A partir de los seis meses de edad se inicia la adquisición de hábitos alimentarios que quedarán definidos a partir de los dos/cuatro años de vida del niño. Es por tanto muy importante garantizar que el pequeño adquiera una actitud positiva ante la comida, que se acostumbre a una gran variedad de alimentos y sabores.
Una dieta variada y sana debe incluir todos los grupos de alimentos. De esta manera se garantiza que la cantidad de nutrientes sea la adecuada y que el niño obtiene la energía suficiente para crecer correctamente.
Eso sí, es muy importante adaptarse a los gustos y preferencias de cada familia, que muchas veces se verán influidos por las distintas culturas de los padres. Dentro de esta adaptación, se ha de lograr alcanzar hábitos saludables que durarán toda la vida.
Listos para nuevas comidas
Entre los cinco y los seis meses de vida, el sistema digestivo se ha desarrollado lo suficiente como para poder digerir las proteínas, las grasas y los hidratos de carbono. La comida debe estar triturada hasta el sexto mes, dejando pequeños trozos de comida a partir de los ocho meses, para que el bebé se acostumbre a masticar.
Si el niño está recibiendo lactancia artificial o mixta, en vez de lactancia materna, la introducción de otros alimentos será más precoz, en torno a los cuatro meses.
Los alimentos deben introducirse poco a poco en pequeñas cantidades, dejando un periodo entre alimentos nuevos para poder detectar posibles intolerancias o alergias.
La carne: un alimento imprescindible
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