Los cuentos de hadas poseen un sentido mucho más profundo que cualquier otro relato, uniendo la parte psicológica y la emocional en nuestros pequeños. Los mensajes que transmiten se caracterizan por el valor, la fortaleza y la lucha ante conflictos de nuestra existencia que, bien afortunados, nos llevarán a la victoria.
Los cuentos de hadas, leyendas adaptadas a la fantasía y al nivel de comprensión del niño, plantean un problema existencial: el bien y el mal, toman forma y vida en personajes determinados y en sus actuaciones correspondientes, exactamente igual que se encuentran presentes en la vida real.
Si preguntamos a los niños sobre sus creencias en materias mágicas posiblemente nos afirmarán rotundamente que les encantan. El mundo de las hadas despierta el interés de los niños pues enciende su imaginación y los pone en contacto con el universo de la fantasía. En este mundo mágico, donde la mayoría de los niños disfruta disfrazándose de hadas o de elfos con coronas y varitas mágicas, se desarrolla un escenario que les ayuda a sentir una mayor confianza en sí mismos y a desarrollar su autoestima. Los pequeños encuentran en los cuentos de estos seres mágicos misiones relacionadas con el cuidado de los demás, la bondad y la honestidad… esos valores muchas veces olvidados en la realidad cotidiana que benefician su propia vida y la de aquellos que les rodean.
Los cuentos de hadas son cuentos fundamentales para la educación en los valores. Es necesario, por tanto, leerlos y disfrutarlos con los más pequeños y divertirnos con hadas buenas, hadas malas, hadas del bosque, gnomos…
Bruno Bettelheim y su libro “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”
El psicólogo austriaco, Bruno Bettelheim, nos enseñó en su obra la importante influencia de los cuentos de hadas en la educación y en el desarrollo de la formación intelectual y moral de los niños. En su libro se destaca que, para que una historia atraiga de verdad la atención de un niño, esta debe divertirle y despertar su curiosidad.
De este modo, para enriquecer su vida, toda historia ha de estimular su imaginación, colaborar al desarrollo de su inteligencia y al esclarecimiento de sus emociones, además de ayudarle a reconocer sus dificultades en su totalidad y además sugerir soluciones a los problemas que le preocupan.
Por lo tanto, la historia que atrae y contribuye al desarrollo del niño debe estar relacionada con todos los aspectos de su personalidad a la vez, sin minimizar en ningún momento los problemas del niño, sino dándoles toda la importancia que estos conflictos tienen para estimular la confianza en sí mismos y en su futuro.
Enseñan los problemas humanos y el bien y el mal
De los cuentos de hadas se pueden aprender más que de otros tipos de relatos sobre problemas internos de los seres humanos y sobre sus soluciones correctas, pues aportan importantes mensajes, tanto a nivel consciente como inconsciente, y al hacer referencia a los problemas humanos universales, estas historias hablan a un pequeño yo en formación y estimulan su desarrollo para ayudarle a encontrar sentido a la vida y comprenderse mejor a sí mismo y a los demás a fin de lograr relaciones plenas, llenas de significado.
Tras las innumerables repeticiones de los cuentos a través de los tiempos y de las diversas generaciones, estos han llegado a dirigirse a todas las esferas de la personalidad del ser humano con independencia de su edad y educación. Estos cuentos tratan con los fuertes impulsos internos de una manera que el niño puede llegar a comprender de una forma inconsciente y muestran soluciones a las dificultades; así, los cuentos de hadas transmiten que la lucha contra los serios problemas de la vida es inevitable, y que si uno no huye y se enfrenta a las privaciones inesperadas y a menudo injustas, puede llegar a dominar todos los obstáculos. El conflicto se configura pues como un reto que es necesario afrontar para poder convivir.
En los cuentos de hadas se suele plantear de una manera muy esquemática y breve un problema de carácter existencial (los cuentos de hadas siempre simplifican cualquier situación), donde tanto la bondad como la maldad están siempre presentes, pero nunca en la misma persona, sino en dos personajes distintos pues la polarización preside la mente del niño y también está presente en los cuentos.
Es importante destacar que el malo no carece de ciertos atractivos (fuerza, poder…), pero estos solo tienen un carácter temporal, pues el malo es castigado al final del cuento, siempre pierde a favor del bueno, del héroe con el que el niño se identifica y que ha sufrido pruebas y peligros, pero que triunfa.
Con esto el niño se convence de que el mal no resuelve nada… al final la oposición de personajes ayuda a comprender al niño más fácilmente la diferencia entre ambas polaridades, evitando ambigüedades que no conviene plantear hasta que no se haya establecido una personalidad relativamente forme sobre la base de identificaciones positivas. De ahí que una hermana sea buena y las otras vagas y malvadas, una guapa y las otras feas, una lista y otras tontas… sin que puedan coexistir dos características opuestas en la misma persona.
Con todo esto llegamos a la conclusión de que los cuentos de hadas se configuran como los relatos mejor comprendidos por los niños, además de los más efectivos para fijar importantes aspectos en el desarrollo de la personalidad de nuestros hijos.
Fotos | nerissa’s ring; Jessica Lucia; Biblioteca Municipais da Coruña