El embarazo en verano puede ser sinónimo de tranquilidad y sosiego y, al mismo tiempo, de agobio y sofocos. Las molestias típicas de la gestación, como el cansancio o la pesadez de piernas, pueden agravarse con las altas temperaturas. Por suerte, ahora tenemos más tiempo libre y podemos disfrutar de agradables baños en el mar, el río o las piscina. El agua es una excelente ayuda para combatir el calor durante los nueve meses de espera, y la natación, con ciertas precauciones, un deporte muy bueno para las futuras mamás.
Todo son beneficios
La piscina es un medio ideal para hacer ejercicio durante el embarazo. Dentro del agua, la futura mamá se siente ligera y relajada a pesar de la tripa y deja de notar durante un rato la tensión en la espalda. Como el cuerpo pesa menos, puede realizar, sin apenas esfuerzo, movimientos que fuera le costarían mucho. Además, la presión que ejerce el agua le impide hacer movimientos bruscos y, por tanto, sufrir menos traumatismos.
Un rato de natación suave o de gimnasia acuática tiene otras muchas ventajas:
- Mejora el tono muscular, ya que el agua ofrece una resistencia que obliga a trabajar piernas, glúteos y pelvis.
- Estimula la circulación de la sangre, que se ve favorecida por la posición horizontal que se adopta al nadar. En consecuencia, previene varices, la hinchazón y los calambres.
- Aumenta la resistencia pulmonar al trabajar de forma aeróbica (es decir, sin fatiga).
De paseo por la playa
Los largos paseos descalza por la orilla del mar son una auténtica medicina para los tobillos hinchados. El continuo masaje de arena y agua que reciben los pies favorece el drenaje y la reabsorción de líquidos y facilita el retorno venoso. Además, si se realizan a un ritmo moderado, también se beneficia el aparato cardiorrespiratorio.
- La embarazada debe mantenerse bien hidratada (bebiendo agua en abundancia) y protegerse la cabeza y el cuerpo con crema solar de protección alta, ya que la piel ahora está mucho más sensible.
- Si se baña, conviene que lo haga acompañada y evite las zonas donde no hace pie, para poder reaccionar si le diera un calambre.
¿Hasta cuándo podré bañarme?
Los especialistas no se ponen de acuerdo. Unos defienden que nadar es bueno hasta el mismo momento del parto, ya que precisamente al final del embarazo es cuando más se necesitan los beneficios del agua. Otros, sin embargo, recomiendan abandonar la actividad en el octavo mes, ya que a partir de entonces existe mayor riesgo de perder el tapón mucoso durante el ejercicio, sin ser consciente. Lo mejor es hacer caso al ginecólogo y al sentido común.
Preparación al parto
El agua es un medio idóneo para mantenerse en forma en el embarazo y prepararse para el parto. En los cursos de natación para embarazadas la futura mamá encontrará un espacio tranquilo y adaptado a su estado, con profesionales cualificados que ajustarán la actividad física a sus necesidades específicas. Se suelen dar clases de una hora, estructuradas en calentamiento inicial, un rato de ejercicios con natación y una parte final de relajación.
¿Puedo nadar?
Si el ginecólogo no ve contraindicaciones, la embarazada puede nadar a espalda, crol y braza. Ahora bien, a medida que aumenta el tamaño de la tripa es necesario ir modificando las posiciones del cuerpo y los diferentes estilos.
- La espalda: es un buen estilo para quienes nadan de vez en cuando. En el tercer trimestre conviene hacerlo en una posición semisentada, con la tripa hundida, para que el peso del bebé no limite la circulación materna.
- El crol: puede resultar más complicado por la coordinación y quizá sea el que más cansa, pero ofrece el beneficio cardiorespiratorio más completo.
- La braza: trabaja de forma más concreta glúteos, abductores y periné, aunque hay que prestar especial atención a las extensiones de la zona lumbar. Si molesta, es mejor en posición dorsal.
Conviene hacer paradas para relajarse flotando boca arriba. Para estar más cómoda, se puede colocar un churro de gomaespuma bajo las rodillas y otro debajo del cuello.
Precauciones
- Ducharse antes de meterse en el agua para evitar cambios bruscos de temperatura.
- Entrar lentamente en la piscina por la escalera, de espaldas al agua y con cuidado de evitar los resbalones.
- No bañarse en el mar si el agua está fría, sucia, hay olas altas o mucha gente.
- Realizar la actividad de forma progresiva comenzando por un calentamiento.
- No exceder de 140 pulsaciones por minuto.
- Evitar las apneas (buceos prolongados) y nadar siempre en compañía.
- Ducharse al salir y quitarse el bañador mojado.
- Poner una toalla seca sobre el borde de la piscina o la arena antes de sentarse.
- Fuera del agua, usar calzado de goma que sujete bien.
Y con todo esto claro, tan solo nos queda disfrutar de un buen embarazo durante los días de verano 😉
Fotos | pixydust8605; Javier Ochoa; Valentina Yachichurova;