Hace tiempo se aseguraba -incluso por matronas y ginecólogos– que no se debían engordar más de 12 kilos a lo largo de la gestación. Esto suponía que muchas mujeres se pusieran a dieta restrictiva. Hoy sabemos que hacer dieta durante el embarazo puede ser más perjudicial que pesar unos kilos de más.
Un kilo no es igual para todas. Tomaremos de ejemplo a Irene y Ana, embarazadas de 8 semanas. Tienen la misma estatura 1,70 m. Antes de la gestación, Irene pesaba 50 kilos, pero estas últimas semanas ha vomitado mucho y ha bajado hasta los 47. Siempre ha hecho atletismo, ahora lo ha abandonado por el embarazo, pero pretende retomar su afición después del parto. Ana padece obesidad desde la adolescencia. Antes de quedarse en cinta pesaba 86 kilos. Además, tiene antecedentes de diabetes en la familia y lleva una vida sedentaria.
No parece demasiado sensato fijar un número de kilos aceptable para ambas, ya que son dos mujeres de constitución y costumbres muy distintas. Sus antecedentes personales y familiares también son completamente diferentes.
El control del peso durante la gestación debe ser realizado por la matrona en las visitas de control o por el ginecólogo si el embarazo es de riesgo. Podría suceder que la misma matrona en la misma mañana de consultas recomiende moderación a una mujer que ha engordado ocho kilos en los cinco primeros meses de gestación, y no dé importancia a que otra lleve ya doce. Esto se debe a que el peso por sí solo dice muy poco acerca de la salud de la futura mamá.
Los profesionales actualmente evalúan el peso en relación con otros factores tales como los antecedentes familiares, el estado de salud general o los valores de los análisis, entre otros. El peso previo a la gestación es un factor importante a tener en cuenta, y por eso las mujeres con sobrepeso deben tener más cuidado, mientras que las muy delgadas pueden engordar algo más.
Durante el embarazo se engorda. Quizá parezca una tontería hacer esta afirmación, pero no lo es. En la actualidad, debido al negativo ejemplo de algunas famosas internacionales, muchas mujeres estar igual que antes a los quince días del parto. Y esta obsesión puede poner en peligro su salud y la de su hijo. Engordar poco puede causar distintos trastornos al bebé, de los cuales el más frecuente es el bajo peso al nacer. Diferentes estudios recientes evidencian que es más peligroso engordar de menos que de más durante la gestación.
Pero es que, además, engordar menos no significa que se vaya a recuperar mejor el peso tras el parto. Todos conocemos casosde mujeres que engordan muchos kilos y en pocos meses recuperan su antigua figura. Y también hay mujeres que engordan muy poco pero todo ese peso se queda con ellas para siempre. Más que de engordar poco, la pérdida de peso después del embarazo depende de adoptar un estilo de vida saludable (alimentación equilibrada y ejercicio moderado) y cómo no, de optar por dar el pecho.
Las madres que amamantan a sus hijos pierden mucho antes el peso ganado durante el embarazo. Gran parte de la acumulación de grasa que se produce en la gestación tiene como fin la producción de leche. Si esa grasa no se utiliza, se quedará acumulada y será mucho más difícil eliminarla.
Una mujer sana no debería estar muy pendiente del peso durante el embarazo. Es normal tener más hambre, puesto que se necesita más energía para mantener al organismo de la madre y al del futuro bebé. Por lo tanto, hay que comer más.
Muchas mujeres cambian su patrón de ingesta durante los meses de embarazo. De hacer tres comidas al día, pasan a comer cinco veces o seis. Obligarse a comer solo tres veces cuando el cuerpo pide lo contrario es peligroso: la sensación de hambre continuada puede producir una bajada de azúcar. Además, si cuando llega la hora de comer se tiene demasiada hambre, se comerá en exceso, lo que puede provocar digestiones pesadas.
El cuerpo es sabio, y si pide alimento seis veces al día, es porque es razonable hacerlo así. A medida que el embarazo avanza, el útero presiona el estómago con lo que la capacidad de este disminuye. Es pos esto que sienta mejor comer poco muchas veces que comer mucho pocas veces. Pero comer muchas veces no significa comer cualquier cosa.
Con la excusa de que el cuerpo sabe lo que necesita, algunas mujeres pasan el embarazo picoteando aperitivos fritos, refrescos con gas y azúcar o bollería industrial. En efecto, el cuerpo es sabio, pero nuestro cuerpo no conoce los avances de la industria alimentaria. Conoce los distintos tipos de alimentos que se encuentran en la naturaleza y por ello pide azúcares (como los de la fruta), proteínas (como las de la carne) o carbohidratos (como los que contiene un plato de pasta o un trozo de pan). No sirve si en vez de una fruta nos zampamos un postre lácteo, y en vez de unos macarrones devoramos una bolsa de patatas al jamón. Nuestro cuerpo sabe que necesita energía varias veces al día, y nosotros debemos proporcionarle buenos alimentos.
Si la mujer está sana, sigue una dieta equilibrada y realiza ejercicio suave, aumentará de peso dentro de unos valores normales. Si en cualquier momento de la vida es perjudicial vivir pendientes de la báscula, el embarazo es la peor época para vigilar la línea.
Debemos recordar comer siempre que tengamos hambre, acudir a los controles que fije la matrona o el ginecólogo, hacer varias comidas ligeras al día, tomar frutas y verduras frescas, preocuparnos por nuestra salud y la de nuestro bebé, y por último pero no por ello menos importante, intentar ganar peso moderadamente durante todo el embarazo.
No debemos picotear aperitivos, refrescos o bollos; pesarnos en casa o en la farmacia con demasiada frecuencia; saltarnos comidas para compensar excesos; pasar hambre; preocuparnos por mantener la línea y no intentar compensar: como este mes gané dos kilos, el próximo no engordaré nada.
Fotos | Teza Harinaivo Ramiandriso; clappstar; alenka_getman