No hace falta recurrir a estudios ni estadísticas para estar de acuerdo en que una de las cuestiones que más preocupan a los padres es la educación de sus hijos. El primer paso en esa carrera de fondo se da en los centros de educación infantil o guarderías (como las conocemos popularmente), donde tu pequeño entrará llorando en su primer día y saldrá riendo y con un montón de cosas aprendidas con las que te sorprenderá a diario en casa.
Con lo difícil que es conciliar la vida familiar y la laboral, con la mayoría de padres trabajando a la vez y los familiares cercanos igualmente ocupados o en ciudades lejanas; la guardería es una opción casi obligatoria para muchos papás que con tristeza, a veces, e inquietud, en otras ocasiones, dejan a sus bebés en manos de desconocidos. Pero, tranquilos, a buen seguro que esos extraños cuidarán de vuestro niño con el mismo cariño que lo haríais vosotros mismos, y acabarán siendo casi de la familia.
En la guardería, tu hijo hará sus primeros amigos, se relacionará con otros adultos, probará nuevos sabores, descubrirá juegos, canciones y un sinfín de cosas que le ayudarán a fomentar su creatividad y desarrollar su personalidad. En definitiva, durante los tres primeros años de su vida, ésta será su segunda casa. Así que habrá algunos puntos a tener en cuenta para que la guarde elegida sea la que más se ajuste a vuestras necesidades (de horarios, precios, cercanía…) y a las cualidades del niño.
Guarderías: ¿pública o privada?
Seguramente ésta será la primera duda que os surja. La respuesta de que esta disyuntiva caiga de un lado o del otro está básicamente en el precio. Pero hay otros matices que deberéis sopesar antes de decantaros por una u otra opción: cercana a casa, entorno agradable, que cumpla con todas las normativas de seguridad exigidas, trato cercano y amable de los docentes… Debemos escoger aquella guardería que nos asegura que nuestro hijo va a ser feliz allí y que va a estar bien atendido. De otra forma no nos quedaremos tranquilos por muy barata que te resulte la guardería o la escuela infantil.
De por sí no debería haber grandes diferencias entre guarderías públicas o privadas, aunque las públicas suelen tener mejores equipaciones, puesto que en ellas la rentabilidad es un aspecto secundario. Además, un centro público suele seguir el proyecto pedagógico que esté de moda, mientras que uno privado puede tener cualquier pedagogía que se ajusten mejor a las formas de pensar de cada familia.
Para cerciorarse de todo ello, lo más adecuado es charlar con los responsables de la escuela, o, mejor aún, hablar directamente con los educadores, ya que son quienes conocen el día a día del centro y son quienes saben realmente qué ocurre en el aula.
Los profesionales de la guardería
Sin ninguna duda, los pilares de una buena escuela infantil son los profesionales que trabajan en ella. En el videotutorial ‘Educación infantil: 6 años clave para una vida. Propuestas para elegir una escuela infantil de calidad’, producido por la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), describen las cualidades que definen a los buenos profesionales de la educación infantil: “ha de ser investigador, una persona curiosa, inquieta, viva, culta, alegre y optimista, paciente, equilibrada en sus propias emociones, que tenga empatía con los niños y sus padres, responsable, disciplinada y afectuosa, que sepa trabajar en grupo y que quiera, a su vez, aprender de otros profesionales“.
Un buen educador infantil debe saber cómo potenciar la motricidad de los niños, conocer los momentos en los que el bebé evoluciona, saber cómo estimular su pre-lenguaje… aspectos que no necesariamente tienen que dominar los padres. En otras palabras, un buen educador infantil ha de conocer las capacidades infantiles, observarlas y reconocerlas cuando se producen, sin forzarlas, pero apoyándolas para que se desarrollen.
Por todo ello, repito que es esencial que nos acerquemos al centro, no sólo para tomar nota de las instalaciones y actividades que desarrollan, sino, sobre todo, para conocer al capital humano que estará al cuidado de vuestros hijos. Hablemos con ellos, de tú a tú, y preguntamos todas las dudas que nos surjan sobre su trabajo. Es básico que nos transmitan confianza, ya que, a parte de nosotros, serán las personas que más tiempo pasen con nuestros hijos y los cimientos de su personalidad están en gran parte en manos de su buen hacer.
También debemos fijarnos en el número de educadores que tiene el centro por alumno. El ratio educador/niño varía según la edad. Ha de haber un educador por cada ocho niños de entre 0 y 1 años; cuando tienen entre 1 y 2 años se debe contar con un educador por cada 13 niños; y, finalmente, entre 2 y 3 años se requiere un educador por cada 20 niños. En caso de que haya algún alumno con necesidades específicas de apoyo educativo deben existir apoyos para trabajar con él. Cuantos menos alumnos por profe haya, mejor, ya que más atención y dedicación podrán prestar a cada nene.
Tampoco debemos olvidar preguntar sobre el proyecto pedagógico del centro, y es que, saber cómo se trabaja es saber qué van a hacer con tu hijo. Eso sí, hay tantas maneras de cuidar a un niño y métodos pedagógicos (Montessori, Waldorf, Reggia Emilia…) que previamente os recomiendo una búsqueda exhaustiva por internet, consultar con otros padres y mirar en vuestro interior qué tipo de cosas queréis que aprenda vuestro renacuajo.
Además del método de enseñanza, enteraos también de qué tipo de trabajo hacen con los niños en cuanto a su desarrollo psicomotriz, aprendizaje musical o sensorial, o si realizan algún tipo de actividad cultural o extraescolar con ellos. Y recordad que es básico poder acceder al centro y a sus docentes siempre que lo necesitéis. En definitiva, que haya una planificación marcada y que exista comunicación con las familias.
¿Cuánto tiempo les llevamos a la guardería? Los primeros días es aconsejable que el bebé pase poco tiempo en la guarde, para que se acostumbre paulatinamente al nuevo espacio, a estar con otros niños, y a los adultos que se encargarán de su cuidado. A partir de ahí, poco a poco, viendo su evolución y adaptación al nuevo entorno, podremos ir dejándole más tiempo. De todos modos, el número de horas recomendadas es un concepto demasiado ambiguo. Hay niños que no soportan demasiado tiempo y otros que están muy bien mucho tiempo. Aunque lo mejor es no más de seis horas. Como véis, dependerá un poco de cada niño; algunos estarán deseando reencontrarse con sus papás, mientras que a otros pitufillos habrá que arrancarles de las faldas de la profe casi a rastras.
Fotos | Pablo Saludes Rodil;