Una correcta alimentación en los primeros años de los bebés es algo muy importante, proporcionarle todos los nutrientes que el niño necesita debe ser algo que no hay que tomarse a la ligera, puesto que su buen desarrollo y su salud futura dependerá de ello. Pero, ¿qué es mejor, la comida casera o los potitos que podemos comprar en el supermercado o incluso en las farmacias y que están ya listos para consumición?
Por comodidad, es evidente que los tarritos resultan muy prácticos cuando tenemos que comer fuera de casa, y la mayoría de los especialistas recomiendan que justamente se utilicen para esas ocasiones puntuales en las que bien por prisa o bien, como decíamos, por simple comodidad, a los padres les venga bien esta opción.
La gran ventaja de la comida casera, es que siempre se sabrá lo que el niño ha ingerido, así como que los productos son frescos y totalmente naturales, además de que con esta opción queda asegurado el hecho de que la dieta varía de un día a otro.
Una opción para aquellos padres que tengan poco tiempo para preparar cada día la comida del niño, es la de hacer para más de una vez, de esta forma se podrá congelar parte de lo que hemos hecho y ofrecérsela al pequeño esos días en los que se encuentren más apurados.
Contestando por tanto a la pregunta inicial, podemos hacerlo con un dato publicado en el 2010 por la Sociedad Catalana de Pediatría en el que se podía leer que la comida casera llega a ser hasta un 40% más nutritiva por el sencillo hecho de que conserva todas las propiedades, obviamente cuando la materia prima utilizada es fresca a la vez que natural.
A favor a los tarritos preparados, hay que decir que su composición de los mismos está altamente vigilada al igual que la composición nutritiva, unido a que se podrán consumir con la garantía de haber pasado todos los controles de calidad higiénica.