Además, este tipo de ganadería potencia las variedades autóctonas, que son las que mejor se han podido adaptar a las condiciones de la zona.
7. Son respetuosos con la naturaleza: la agricultura ecológica frena la desertificación, fomenta la biodiversidad, mantiene el hábitat de los animales silvestres, respeta los ciclos naturales de los cultivos, potencia la fertilidad de los suelos y favorece la retención del agua y no contamina los acuíferos.
8. Tiene máximos niveles de calidad: son alimentos controlados muy minuciosamente. Todos los agentes que intervienen en la cadena agroalimentaria, desde el campo hasta la mesa, están sujetos al control e inspección de las materias primas utilizadas, el proceso de elaboración, el envasado, el etiquetado, etcétera, mediante las empresas de control y certificación acreditadas.
9. Son saludables y ricos en nutrientes: la ausencia total de residuos tóxicos debido al no empleo de pesticidas, antibióticos, fertilizantes sintéticos, aditivos y conservantes evita efectos secundarios para la salud. Esto permite que los alimentos procedentes de la producción ecológica sean asimilados correctamente por nuestro organismo sin alterar las funciones metabólicas.
Los suelos equilibrados con fertilizantes naturales, además, ofrecen alimentos con contenidos más altos de nutrientes, especialmente de vitamina C, calcio, hierro, cromo, magnesio o antioxidantes.
10. Son más sabrosos: se elaboran de forma más artesana y cuidadosa, recuperando los gustos originales. Las plantas cultivadas orgánicamente, son de temporada, crecen más sanas y se desarrollan mejor, conservando su aroma, color y sabor auténticos.
Imagen: gastronomiaycia
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