02Se denomina colecho a dormir con los hijos. Se puede hacer en la misma cama, en una cuna especial adosada a la cama (un sidecar), en una cuna normal sin los barrotes de uno de los lados y con otra cama adosada firmemente a la de los padres. Esta práctica es habitual en las culturas orientales, sobre todo en Japón y es también frecuente en los Países Nórdicos. En el resto de Europa y en Estados Unidos hay mucha controversia sobre si se debe o no realizar.
Sin embargo, basta echar la vista al pasado para darse cuenta de que el colecho se practicaba por falta de espacio en las casas y para afrontar el frío en invierno. De hecho, hoy en muchos hogares del mundo con pocos recursos se sigue haciendo por necesidad. Lo cierto es que el hecho de que los padres y el bebé compartan cama cada día gana más adeptos, a pesar de que los pequeños tengan cuna y habitación propia.
Facilita la lactancia materna
Llegados a este punto es necesario cuestionarse, entonces ¿es recomendable dormir con el bebé? Esta es la pregunta del millón. La verdad es que resulta complicado realizar una afirmación tajante, porque tiene beneficios como que favorece el vínculo emocional entre la madre y su bebé y además facilita la lactancia materna, sobre todo de noche. Pero también implica algunos riesgos, el principal es el ahogamiento, que la madre o el padre se duerman encima del niño. Se trata de una decisión personal de los progenitores.
Los partidarios del colecho argumentan que existe una coordinación respiratoria entre la madre y el niño, con respiración y sueño acompasado, favoreciendo la postura de dormir boca arriba del bebé, lo que es un factor importante y demostrado de la prevención de la muerte súbita. Mientras, los detractores insisten en la posibilidad de poder aplastar al niño, sobre todo en los primeros meses de vida en los que la falta de sueño en los padres es un factor importante. Otro perjuicio de esta práctica es que, según los críticos, se puede crear un vínculo de apego tan importante con la madre que puede afectar al desarrollo normal del niño.
Pero hay más, cuando un bebé duerme con su madre y con su padre, su temperatura se vuelve más regular, los niveles hormonales se estabilizan, lo mismo que el ritmo cardíaco y la respiración, disminuyen las hipoglucemias, el sistema inmunitario funciona mejor y además tiene menos episodios de llanto.
Hasta los seis meses
La siguiente duda salta de forma instantánea. ¿Cuándo debemos pasar al niño a la cuna? ¿A los seis meses? ¿Al año? ¿Cuándo quiera el niño? Es aconsejable hacerlo aproximadamente cuando el bebé tiene seis meses de vida. En muchas ocasiones, los padres deciden colechar con el niño en la misma cama sin marcarse una fecha tope y es cuando surgen las dificultades.
A los problemas para conciliar el sueño de los padres, porque un niño con dos años ocupa un mayor espacio en la cama; hay que añadirle el hecho de que el pequeño se acostumbre a descansar acompañado y pasados los meses enseñarle unas nuevas pautas de descanso puede resultar misión imposible.
La recomendación, apoyada por numerosas sociedades médicas pediátricas, es que el bebé duerma con los padres en su cuna hasta el sexto mes de vida y posteriormente deben pasarle a su habitación. No hay que olvidar que, incluso, se puede ver alterada la relación de la pareja y su actividad sexual al tener un niño en la cama familiar.
Aprender a dormir solo
Precisamente, los trastornos del sueño de los niños son, según los opositores al colecho, otro de los problemas que ocasiona su práctica. De la misma forma que enseñamos a los niños a comer y a vestirse, deben aprender a dormir solos, es algo natural y forma parte de su aprendizaje.
De ahí que el colecho sea una práctica desaconsejable porque crea niños dependientes e inseguros. Ya no son casos aislados. Cada vez con más frecuencia, acuden a la consulta padres desesperados, que durante años han dormido con el niño y ahora les resulta imposible sacarles de la cama de matrimonio.
Y, ¿qué pasos debemos dar para trasladar al niño de la cama familiar a su cuna? Primero, la actitud correcta de los padres debe ser de firmeza cariñosa. Es decir, sin gritarle, pero manteniéndose en su posición y siempre con afecto. A continuación, los progenitores le deben trasladar de la cama familiar a su cuna, pero esta debe estar próxima, para que le toquen, le calmen y le hablen, pues llorará. Y a medida que el menor se vaya adaptando a su nueva situación, se debe ir alejando la cuna de la cama, de forma gradual hasta que pasado un tiempo, se le trasladará a su propia habitación.
No hay que venirse abajo ni ablandarse porque el niño llores desconsoladamente, sobre todo los primeros días. Es un cambio de conducta y el niño debe adaptarse, pero se consigue. No es imposible. Eso sí, es fundamental que si los padres perciben que el pequeño no duerme bien y le cuesta conciliar el sueño, hay que buscar soluciones. Nunca deben conformarse con ese dicho popular que dice: “te ha tocado un niño que no duerme y hay que asumirlo”. Eso jamás. Puede sufrir un trastorno del sueño y para eso están los especialistas. Debe acudir al médico y que le deriven a una unidad del sueño.
Medidas de seguridad
Colecho ¿sí o no? Esa es la cuestión. Pero como parece que al final, se trata de una elección de los padres, lo mejor llegados a esta encrucijada es que si se decide dormir con un bebé en la cama, hay que hacerlo tomando todo tipo de precauciones.
- Los padres nunca deben tomar fármacos que favorezcan un sueño profundo.
- No deben dormir con el pequeño si uno de los dos padece sonambulismo, epilepsia o trastornos similares.
- Es preferible no practicar el colecho con bebés prematuros.
- Tampoco conviene que fumen, pues el tabaquismo en los padres aumenta el riesgo de muerte súbita en los bebés.
- La cama debe ser amplia para poder albergar a tres personas y hay que evitar tapar al niño en exceso con edredones o prendas que den mucho calor.
- Es preferible que el bebé duerma a un lado, junto a su madre (y no entre ambos padres, pues los colchones con el tiempo suelen curvarse por el centro). Y aún así debe usarse un colchón firme.
- Para prevenir caídas, es bueno colocar una barrera en el lado donde duerme el niño. Cuando empiece a gatear, incluso conviene proteger el otro lado y proteger el suelo con cojines.
- Hay que vigilar que no queden huecos en el colchón y la pared donde el pequeño pudiera quedar atrapado.
- Nunca se debe dejar a un bebé sólo en una cama de adulto, porque podría despertarse e intentar bajarse y caerse.
En definitiva, los niños pueden dormir en la cama de sus padres, es decir colechar, dormir en la misma habitación, pero en su propia cuna o cama, o en otra habitación distinta. Estas tres posibilidades se pueden mezclar y combinar en la misma noche o en distintas veladas. Lo importante es que los padres sepan que pueden elegir libremente la opción que mejor les funcione y cambiarla cuando ellos, de mutuo acuerdo, lo decidan.