Al grito de “¡Nosotras parimos, nosotras decidimos!”, las mujeres reclamaron sus derechos en los movimientos feministas allá por los años sesenta. Y precisamente, uno de los Objetivos del Milenio definidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que: “toda mujer tiene derecho a elegir qué tipo de parto quiere tener“. Sin embargo, el hecho de poder decidir el tipo de parto que deseamos tener, al final no suele ser una cuestión tan sencilla como a priori parece.
De hecho, aunque cada vez más madres y profesionales reivindican el parto en el agua por sus numerosos beneficios, solo en una treintena de centros hospitalarios de nuestro país se llevan a cabo. Y eso que la OMS considera que: “la inmersión en agua caliente disminuye moderadamente el dolor, facilita la relajación y reduce las episiotomías”.
Sin epidural y sumergida en agua templada
El parto en el agua permite a la mujer realizar el proceso de dilatación sumergida en una bañera de agua templada que suele oscilar entre los 36 y los 37 grados. La premisa es que la temperatura materna no aumente más de un grado. La temperatura se regula a través de un termostato haciendo más agradable y llevadero este periodo de fuertes contracciones. Y es que una de las características que define este tipo de partos es que la mujer da a luz sin epidural. El agua templada es la principal alternativa analgésica para aliviar los dolores, pero hay más opciones como las técnicas de relajación y respiración, los masajes y el uso de pelotas grandes para adoptar posturas confortables.
Superado el proceso de dilatación y siempre que la futura mamá se encuentre cómoda en el agua, también puede llevar a cabo el expulsivo, permitiendo que el bebé pueda nacer en un entorno muy similar al que tiene en el vientre materno durante la gestación.
En cuanto al perfil de gestantes que pueden dar a luz en el agua, tanto en casa como en el hospital, está indicado para una mujer que ha tenido un embarazo de bajo riesgo. Es decir, una mujer que no padezca ninguna patología, ni tampoco su bebé. Y sobre todo que el proceso de parto evolucione sin complicaciones. Además, durante el parto solo dará a luz a un solo bebé y este debe encontrarse en posición cefálica (de cabeza).
Beneficios para la madre
Son numerosos los aspectos positivos que conllevan este tipo de partos:
- El agua caliente es reconfortante y es la llamada “epidural natural”. Disminuye la sensación de dolor.
- El efecto de flotabilidad disminuye el peso corporal de la madre, lo que permite la libre circulación y adoptar diferentes posiciones libremente.
- Promueve una mejor circulación de la sangre, lo que favorece una mejor oxigenación de los músculos uterinos, menos dolor para la madre y más oxígeno para el bebé.
- La inmersión en agua, a menudo, ayuda a bajar la presión alta causada por la ansiedad.
- El agua parece reducir las hormonas relacionadas con el estrés, permitiendo que el cuerpo produzca endorfinas que actúan como inhibidoras del dolor.
- El agua hace que el periné sea más elástico. Por ello, se reduce la incidencia y la gravedad del desgarro y la necesidad de una episiotomía y puntos de sutura.
- La futura madre, al estar inmersa en el agua, es capaz de alcanzar una mayor relajación mental y la permite también más capacidad de concentración en el proceso de parto.
- Dado que el agua proporciona mayor sensación de intimidad, puede reducir las inhibiciones, la ansiedad y los temores.
- Alivia el estrés del nacimiento, aumentando así su tranquilidad y la sensación de seguridad.
- El bebé tiene su tiempo para irse adecuando a la nueva situación con más serenidad.
- El parto bajo el agua favorece la transición del bebé del líquido amniótico al mundo exterior.
Evitar riesgos
Aunque los partos en el agua son considerados de bajo riesgo, es fundamental tener siempre una serie de precauciones para evitar complicaciones. Se debe vigilar atentamente y con frecuencia el estado de salud de la madre y del bebé.
Lo más habitual es que la mujer entre y salga en varias ocasiones del agua, sobre todo durante la fase de dilatación. Y en el caso de que la gestante se encuentre mal, hay que ayudarla a salir de la bañera. Es importante disponer de toallas para arropar bien a la mujer tras salir del agua para que no se enfríe. También se utilizan tras el nacimiento del bebé para evitar que sienta frío tras el cambio de temperatura.
En nuestro país
¿Qué dice la normativa española sobre el parto en el agua? Según señala La Estrategia de Atención al Parto Natural del Ministerio de Sanidad, que incorpora recomendaciones de la OMS y la Cochrane Database, hay cuatro aspectos a tener en cuenta a la hora de pasar la dilatación y/o alumbramiento en el agua:
- Es obligatorio “informar previamente a las mujeres sobre los diferentes métodos para el alivio del dolor, sus beneficios y potenciales riesgos”.
- Los sanitarios deben permitir que “las mujeres decidan libremente qué posición adoptar durante todo el proceso, incluido el expulsivo”.
- El contacto precoz madre-bebé durante el conocido como periodo sensitivo “facilita el reconocimiento temprano del olor materno, muy importante para establecer el vínculo y la adaptación al ambiente postnatal”. En los partos acuáticos el llamado piel con piel se ve favorecido por la similitud del hábitat en el que el bebé llega al mundo con la cavidad intrauterina.
- Las mujeres embarazadas que no cuentan con la información suficiente carecen también de la capacidad de opinar, discutir y decidir conjuntamente con los profesionales de la salud que las atienden. Por eso, el acceso a la información es un derecho respaldado por el marco legal vigente (Ley 41/2002, de autonomía del paciente).
El parto en el agua, una opción natural de dar a luz a tu hijo y en la que tú eres la principal protagonista de este inolvidable acontecimiento. ¿Te animas?
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