Es común que al nacer, o al poco tiempo tras el nacimiento veamos en la piel del bebé una o varias manchas. Se trata de las lesiones vasculares que pueden ser de dos tipos: los angiomas o hemangiomas, que son benignos y casi siempre abultados, y las malformaciones vasculares, que están compuestas por vasos sanguíneos malformados, y su aspecto, casi siempre, es aplanado.
Más allá de un problema estético, no suelen conllevar riesgos para la salud del bebé y acaban desapareciendo por sí solas.
¿Cómo se reconocen los angiomas?
Un angioma es una proliferación de células benignas y es muy común en la infancia, de hecho afecta al 5-10 por ciento de los recién nacidos. Es más frecuente en los bebés prematuros y suele afectar más a las niñas que a los niños.
Puede estar presente desde el momento del nacimiento o, más comúnmente, aparece a los pocos días o semanas de vida como una mancha de color rojizo o violáceo y/o unos finos capilares ramificados de color rojo, que posteriormente comienza a crecer.
Para diagnosticar el angioma es importante realizar una historia clínica y una exploración física completa del bebé.
Uno o varios
Aunque en la gran mayoría de bebés solo aparece un único angioma, aproximadamente entre un 10-25 por ciento puede tener varios en la piel, lo cual puede indicar que también los tenga en algún órgano interno, principalmente en el hígado. De hecho, se aconseja que si hay cinco o más angiomas en la piel, sería prudente hacerle al pequeño una ecografía de abdomen para descartar esa posibilidad.
Su evolución
El angioma pasa por una fase de crecimiento que comienza en los primeros días o semanas de vida y que tiene una duración variable, que raramente supera el año de vida. Después de esta fase empieza otra de involución en la que la mancha desaparece sola. En los angiomas superficiales los cambios en esta fase son muy característicos, ya que pasan de tener un color rojo vivo a un color gris o violáceo, se tienden a aplanar y, poco a poco, desaparecen.
La piel que cubría el angioma puede quedar totalmente normal, o con un color amarillento o más blanquecino, y la superficie aparecer arrugada o atrofiada y con capilares residuales.
Indicaciones para su tratamiento
Teniendo en cuenta que los angiomas desaparecen de forma natural, en la mayoría de casos no es preciso tratarlos, solo realizar seguimiento de los mismos en la consulta del pediatra. Sin embargo, en ciertas ocasiones sí se puede considerar oportuno comenzar un tratamiento de manera precoz, sin esperar a que el angioma desaparezca solo.
En la actualidad existen varias opciones para el tratamiento. Los corticoides orales se usan para frenar la fase de crecimiento. También se pueden utilizar corticoides intralesionales (pinchados en el angioma) en algunos casos, sobre todo si el angioma es pequeño o localizado en los labios, nariz u oreja. Otra opción es el tratamiento con láser de colorante pulsado, que responde mejor si el angioma es superficial o si está ulcerado.
También se puede emplear un medicamento oral (propanolol) que ha demostrado su eficacia y seguridad en numerosos estudios, aunque se desconocen aún sus efectos a largo plazo.
Lo fundamental es saber que cada caso es único, y que se deben tener en cuenta muchos factores para decidir si es oportuno tratar o no el angioma.
Las malformaciones vasculares
Son otro tipo de manchas y se pueden clasificar en malformaciones capilares, venosas, linfáticas, arteriales, arteriovenosas y combinaciones de las anteriores. Los dos tipos de malformaciones vasculares capilares más frecuentes son:
La mancha salmón: es la más común en la infancia. Es una mancha de bordes difusos, de color rojo claro o rosado y aplanada, que puede puede aparecer en la nuca, en el cuero cabelludo, en la frente, en los párpados superiores, en la nariz o en el labio superior. Desaparece en el primer o segundo año de vida, por lo que no requiere tratamiento. A veces, las que aparecen en la nuca tienden a persistir indefinidamente. También es frecuente que la mancha se acentúe cuando el niño llora o mantiene la respiración.
Mancha en vino de Oporto: es una mancha plana de color rosado o rojo oscuro que, si no se trata, se puede ir oscureciendo a lo largo de la vida, hasta llegar a ser de color rojo vinoso o violáceo. También puede hacerse algo más gruesa y pueden aparecer pequeños bultitos en su superficie.
Este tipo de manchas suele afectar a la cara, ocupando grandes áreas y casi siempre a un solo lado. La mancha en vino de Oporto está presente desde el nacimiento, no tiene las fases de crecimiento y posterior involución característica del angioma y persiste de por vida si no se trata.
Por tanto, el principal problema de esta mancha es su impacto estético, que es importante sobre todo si afecta a la cara. Pero, por otro lado, también se puede asociar a algún síndrome, que son muy raros, pero que se sospecharán según la localización y otros signos y/o síntomas asociados.
Las manchas en vino de Oporto se pueden tratar mediante láser de colorante pulsado que emite energía que es captada por la hemoglobina presente en el interior de los capilares malformados, lo cual permite su destrucción sin dañar los tejidos de alrededor y con poco riesgo de ocasionar cicatrices.
Con este tratamiento solo un 15-20 por ciento de las manchas de vino en Oporto desaparecen completamente, pero en la gran mayoría de casos se puede conseguir un aclaramiento de la mancha importante. Por lo general, si se comienza a tratar la mancha a edades tempranas, es posible evitar el engrosamiento de la mancha, aumentando así la eficacia del tratamiento.
Fotos | princessandowlstories; wikipedia; dra-amalia-arce