La difteria es una enfermedad producida por un bacilo (Corynebacterium diphteriae) y su transmisión a otras personas es muy fácil a través de un estornudo o un golpe de tos. Tiene síntomas muy similares a otras enfermedades infecciosas como fiebre, escalofríos y dolor al tragar. Al avanzar la enfermedad, incluso, puede impedir respirar con normalidad. La forma más frecuente es la difteria faríngea, que puede extenderse hacia la laringe y tráquea y, por tanto, ser mortal, porque se obstruye la vía aérea.
La vacuna de la difteria no existe en presentación aislada, sino conjunta con otras y es una de las más seguras que existen. La pauta de vacunación en el calendario vacunal infantil consiste en administrar cinco dosis a los niños y tres dosis a los adultos.
En la etapa infantil se comienza administrando tres dosis, por vía intramuscular, en forma de vacuna trivalente dTpa (difteria, tétanos y tos ferina) o combinada con otras, a partir del segundo mes de vida y separadas por un intervalo de cuatro a ocho semanas. Seguidamente hay una cuarta dosis entre los 15 y los 18 meses de edad. La quinta dosis se administra a los cuatro/seis años de edad. Se recomienda la administración de una sexta dosis a los 14 años, utilizando en este caso la formulación dTpa. Posteriormente deberá administrarse una dosis de recuerdo cada diez años (tétanos y difteria o, preferiblemente Tdpa).
Si el niño no está vacunado y tiene más de siete años, se administrarán tres dosis de la vacuna del adulto. Las dos primeras estarán separadas por uno o dos meses, y la tercera por un intervalo de seis a doce meses de la segunda, con la revacunación posterior de cada diez años.
En los adultos se aconseja una dosis de refuerzo única con Td (tétanos-difteria) entre los 50 y los 65 años a todos los que no la hayan recibido en los últimos diez años.
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