Todo comienza con la fusión del espermatozoide con el óvulo, de esta forma que parece algo tan simple, surge una nueva vida que con el tiempo se convertirá en toda una personita capaz de emocionar con sus avances a sus padres.
En ese momento de unión, el ovulo fecundado no medirá más de unos pocos milímetros, sin embargo en esa pequeña “bolita” se concentra ya toda la información genética del futuro bebé. El cigoto pronto se pondrá manos a la obra y en cuestión de unas horas comenzará a dividir sus células (en las primeras 24 horas se dividirá en 2, y en al cuarto día habrá más de 100 células), hasta forma un conjunto celular que se alojará en el útero de la mujer al que llegará a través de las trompas de Falopio.
El cigoto seguirá dividiendo las células hasta formar un embrión que tendrá la apariencia de un disco, y se creará el tubo neuronal y poco a poco se irá formando un pequeño bulto en una de las extremidades que será la futura cabeza. También al final del primer mes se puede apreciar ligeramente el dibujo de lo que más adelante serán las piernas y los brazos.
Durante la primera etapa, se comenzará a producir la hormona del embarazo hCG, que será la encargada de que en el futuro no se produzca ovulación, y también de que se aumente la producción de estrógeno y progesterona, muy importante para que el feto no se desprenda del interior del útero de su madre. Cuando se comienza a producir dicha hormona, es el momento en el que los test de embarazo darán positivo, cosa que aproximadamente se podrá averiguar sobre la tercera semana de embarazo.
Foto obtenida de: thepregnancyzone.com.