Parece que aquellos niños que ya han ido a la guardería tienen mayor facilidad a la hora de adaptarse al colegio. Sin embargo, conviene tener en cuenta que el cambio de disciplina que existe de un centro a otro es muy grande, por ello, es normal que los niños también noten de una forma notable este giro en el ambiente académico. No sólo la disciplina es mayor sino que también, el cambio de hora puede ser agotador para un niño de tres años que al ir a clase por la mañana y por la tarde no puede echarse siesta. En este caso, para compensar la falta de descanso, vale la pena que el niño se acueste cuanto antes el día anterior. Por ejemplo, a las 9 de la noche. Por otro lado, también se debe aprovechar el fin de semana y las tardes del miércoles para dormir una larga siesta y así el peque pueda recuperar un poco su rutina.
La guardería está mucho más orientada a los juegos y a la diversión que el colegio pese a que al ser todavía el primer año, no se tiene un nivel de exigencia desmedido sobre los niños. Pero es normal que los peques tengan que hacer un esfuerzo mucho mayor por estar contenidos en clase. Por ello, luego pueden tener peor genio o más rabia y como es normal, seguramente, lo mostrarán en casa.
Siempre se habla del periodo de adaptación de un niño al colegio. La realidad es que dicho periodo es mucho más amplio desde un punto de vista emocional y abarca más allá del mes de septiembre. Como siempre, vale la pena ver todo en positivo porque el colegio trae muchas cosas buenas a un niño: nuevos amigos, nuevas ilusiones, aprendizaje…
Imagen: El Blog de Bebés