Estimular a los bebés es algo que cualquier pediatra recomendará a los padres, sin embargo, es un error pensar que esto se conseguirá a través de la televisión por poco que sea el tiempo que el niño se expone a ella. El bebé desarrollará su cerebro poco a poco y también de forma paulatina debe proporcionársele esa estimulación.
El problema del televisor es que las imágenes son excesivamente rápidas, son muchas y al mismo tiempo, lo que no provoca en el bebé una estimulación sino que irá un poco más allá ocasionando la sobre-estimulación. Esto es fácil de entender, simplemente el cerebro de los pequeños no está aún preparado para recibir tanto tan de golpe.
Una de las consecuencias de esas escenas rápidas, es que, como todo sucede tan deprisa, no les da tiempo a pensar ni almacenar la información que están recibiendo, lo que a los niños más mayorcitos les lleva a la pasividad y a no plantearse cuestiones sobre lo que está viendo, cuando lo ideal de un programa infantil sería que los pequeños pudieran sacar sus conclusiones e incluso que les diera tiempo a plantearse si están de acuerdo o no con aquello que están viendo. Por otro lado, tampoco les da tiempo a ser ellos los que imagen qué va a ocurrir a continuación, sino que se lo dan todo mascado, por lo que el hecho de “desarrollar la imaginación” (algo especialmente importante durante el crecimiento del niño) queda totalmente desplazado.
No podemos englobar todos los programas infantiles dentro de lo que acabamos de mencionar, pero sí ocurre con la gran mayoría de los que se transmiten habitualmente en la televisión, por ello, y por lo que ya hemos comentado otros días, es importante que se limite el tiempo que los niños están expuestos delante del televisor, y que previamente los padres se informen de qué van a ver.