La recta final ha llegado, los nervios y las ganas de que el embarazo concluya es algo que las mujeres no pueden evitar ya a estas alturas, las ganas de ver a su bebé son cada día mayores, por lo que, en este estado de felicidad, ansiedad e incluso miedo, a la embarazada no le quedará otra que armarse de paciencia. Ahora la respiración de la madre será cada vez más dificultosa y acelerada, en ocasiones le costará mantener el equilibrio, tendrá frecuentes dolores de espaldas, y sentirá pinchazos por el cuerpo… entre otros síntomas normales.
Los pulmones siguen desarrollándose, a diferencia del resto de los órganos que están ya preparados. Al final del octavo mes será cuando se complete la maduración de los pulmones.
El lanugo, que hasta ahora recubría el cuerpecito del feto, comienza a desaparecer. Si aún no ha ocurrido, en este mes, lo más probable (no todos lo harán) es que el feto se encaje y se coloque boca abajo… y es que, él se prepara porque también quiere salir en breve para ver a mamá y papá.
El crecimiento del pelo y la acumulación de grasas bajo la piel serán otros dos factores destacables de esta etapa.
Al contar ya con poco espacio en el interior de su madre, los movimientos del feto serán menos frecuentes, algo que no debe preocupar a los padres, ya que es algo totalmente normal. Sin embargo, aunque no se pueda apreciar, el feto seguirá realizando movimientos de otro tipo, por ejemplo succionará y abrirá o cerrará los ojos cada vez más frecuentemente.
En este momento el feto (dependerá de unos a otros) medirá unos 40 centímetros y pesará alrededor de 2,8 kilogramos (estos datos son aproximados).
Foto obtenida de: modernwomenworld.com.