En los últimos años cada vez se escuchamos más hablar de inteligencia emocional. De hecho no hace tanto tiempo desde que se utiliza este término, más concretamente fue en 1990 (por supuesto anteriormente ya se fueron ofreciendo algunas teorías) por los psicólogos Peter Salovey y John Mayer, pero fue Daniel Goleman el que realmente difundió el concepto.
Hablamos de inteligencia emocional para describir la capacidad de reconocer los sentimientos, ya sean los de uno mismo como los de los demás, y a la habilidad de controlarlos.
La inteligencia emocional se empieza a desarrollar durante los primeros años de vida, por ello se recomienda reforzarla desde los comienzos, ya que el primer año de vida del bebé va a ser un pilar importante. ¿Cómo vamos a conseguir ayudar a nuestro hijo? Pues por ejemplo, enseñándolo a resolver los problemas cotidianos (por ejemplo esquivar una silla que no le deja pasar), enseñándole a hablar o andar, enseñándole a controlar los miedos, y por supuesto ofreciéndole siempre mucho amor. En la segunda etapa de sus vidas se reforzarán todo lo aprendido y además se incluirán otras estrategias a seguir.
A grandes rasgos las pautas a seguir serán:
– Reforzar los vínculos emocionales con actos y gestos (caricias, abrazos, etcétera).
– Contarle al niño cómo nos sentimos e invitarle a que él lo haga. Si aún no habla se hará igualmente, y cuando él demuestre un estado le diremos como ésta, por ejemplo si frunce el ceño utilizaremos la palabra “enfadado” y si ríe “contento”.
– La autoestima es importantísima, por tanto hay que ayudar al niño a quererse y a superarse para conseguir hacer lo que se propone.
– Ayudarle a sociabilizarse. Algo tan sencillo en la primera época como que salude en el ascensor será algo muy básico para que su habilidad social mejore día a día.
– Contarle todo lo positivo de sí mismo.
Foto obtenida de: searunner.sv-timemachine.net.
[…] hablábamos del papel tan importante que desempeña la inteligencia emocional en los […]