La unión entre el esófago y el estómago está diseñada para impedir el paso del alimento, una vez que este llega al estómago, en sentido contrario de nuevo hacia el esófago. Este mecanismo conocido como barrera antirreflujo es eficaz, pero no infalible, de tal forma que, en todas las edades y sobre todo en el periodo inmediato a la comida, se considera normal el reflujo de una pequeña cantidad del contenido del estómago al esófago (reflujo gastroesofágico fisiológico).
En niños hasta los 18-24 meses de edad la barrera antirreflujo es inmadura y es más fácil que se produzca el reflujo gastroesofágico de mayor duración y con mayor duración y frecuencia que en edades posteriores. La manifestación más frecuente de este reflujo es la regurgitación o expulsión de alimento (durante los primeros meses de vida leche) a través de la boca (y/o nariz) que se realiza sin aparente esfuerzo ni generalmente otros síntomas de malestar como llanto, tos o náuseas.
La regurgitación ocasional se da prácticamente en todos los lactantes durante los primeros doce meses de vida y con frecuencia se desencadena por situaciones que favorecen el reflujo como la alimentación con un volumen excesivo de las tomas y/o el movimiento excesivo tras las tomas como puede ser durante un cambio de pañal, al mecerlo o apretarle el abdomen.
Imagen: embarazoymas
Cuándo preocuparse por el reflujo II – Cuándo preocuparse por el reflujo III – Cuándo preocuparse por el reflujo IV