Su recuperación es, por tanto, primordial, y condición sine quanon para un posterior trabajo de la musculatura abdominal.
Básicamente se trata de contraer la musculatura pélvica, de manera controlada y coordinada con la respiración. Es de suma importancia que sean contracciones intensas, con esfuerzo, pues de otra manera no serían eficaces. No hay que confundir la contracción de la musculatura pélvica con el empuje de la misma, ejercicio, éste último, más propio del parto, pues en vez de fortalecer el suelo pélvico se estaría debilitándolo aún más.
Se comenzarán estos ejercicios tumbada sobre la espalda y con las rodillas flexionadas, para pasar sucesivamente a realizarlos en posición sentada y finalmente en bipedestación, según el progreso de los mismos. Para evaluar dicho progreso existen pequeños trucos. El más sencillo es el de intentar para la micción. Cuando ésta se ha detenido totalmente, se relaja la pelvis sin presionar y se vacía la vejiga totalmente (¡ojo!, hacer esto de vez en cuando. Intentar hacerlo en cada micción es contraproducente).
Si, tras seis semanas, persiste cierta incontinencia a pesar de una correcta realización de estos ejercicios, habrá que consultarlo al ginecólogo.
Imagen: biutiplan
Ejercitarse tras el parto I – Ejercitarse tras el parto II – Ejercitarse tras el parto IV