Hacer algo de deporte, es algo más que recomendable para todas las personas. Cuando hablamos de niños, tampoco habrá que descuidarlo, y a ellos, les servirá no solo para realizar ejercicio, sino también para sociabilizarse, divertirse, e incluso para mejorar su autoestima.
No a todos los niños les llama la atención la idea de practicar algún deporte, y es ahí, donde los padres deben usar todos los medios para convencerlo. Comenzar a practicar con ellos, hablar después de cómo fue, o explicarles y hacerles ver que ganar no es el objetivo, serán algunas de las cosas que se podrán hacer para que en los niños aparezca el “gusanillo” por hacer deporte.
Especialmente cuando el niño no está por la labor de apuntarse a alguno, habrá que motivarlo, y convencerlos de que papá y mamá, van a estar con él en cada momento, asistiendo a los entrenamientos si es posible, apoyándolo cuando pierda y disfrutando de sus triunfos cuando gane.
Al hablar de deporte, es casi imposible, no hablar también de rivalidad y competitividad. Esta es otra lección que los niños van a aprender pronto, y por regla general, los niños que acostumbran a realizar algún tipo de deporte, terminan siendo niños respetuosos y cordiales, que pueden encajar sin mayor problema el hecho de perder. También los padres, en este aspecto, deberán sentarse a hablar con ellos, y explicarles que ganar es satisfactorio, pero que perder, habiendo respetado al rival o rivales, sin enfados, y sin que haya habido altercados, es algo de lo que papá y mamá van a estar muy orgullosos.
Por supuesto, tras las derrotas o tras un mal día, los padres deberán evitar malas caras o comentarios sobre sus errores.
En conclusión, para que un niño se apasione por un deporte, los padres primero tendrán que implicarse, dándoles todo su apoyo.
Imagen: USAG- Humphreys