Este concepto, unido a las anécdotas o experiencias que van teniendo a lo largo de su vida y a las atribuciones (explicaciones) que les dan a las mismas, es crucial a la hora de formar el autoconcepto del pequeño.
Existen, por lo tanto, diferentes factores que interaccionan entre sí a la hora de desarrollar la autoestima. Todos ellos pueden agruparse en dos grandes categorías:
Personales o internos: entre ellos destacan la opinión personal sobre la forma de ser, el aspecto físico, las habilidades físicas e intelectuales, el comportamiento… En muchos casos, el niño establece la visión de sí mismo comparándose con otros niños significativos para él.
Sociales o externos: estos factores se refieren a toda aquella información que le llega al niño desde el exterior de su pensamiento y que tiene que ver con sí mismo. Por ello, a su vez, estos factores se dividen en dos categorías.
Por un lado están las influencias externas procedentes de las personas allegadas al pequeño (padres, hermanos, profesores…). Sus opiniones, actitud ante los éxitos y los fracasos del pequeño, etcétera, serán muy importantes a la hora de establecer los cimientos de la autoestima de éste y cómo aprenda a hablarse a sí mismo. Cuánto más relevancia tenga la persona llegada al pequeño, más influyente será su opinión en el desarrollo de la autoestima del niño.
Por otro lado, se encuentran los factores externos de carácter social (valores, cultura, creencias…) pueden hacer que el niño se quiera más o menos a sí mismo en función de lo que es “socialmente deseable” en el mundo en el que vive (por ejemplo: si vive en una sociedad donde se premia la delgadez se sentirá mal si está gordo).
Imagen: shereesmusings
[…] Enserñarles a quererse I – Enserñarles a quererse III […]