Y es que no hay que olvidar que cuando los niños juegan, aprenden a establecer límites y a canalizar sentimientos, a respetar turnos y normas. Además, el juego ayuda también a los niños a tolerar la frustración y a dilatar la gratificación. El juego es una imitación de la vida y en vehículo eficaz para el aprendizaje del control de las emociones y las estrategias sociales.
Otros beneficios son que el juego favorece el desarrollo del lenguaje, la memoria, el razonamiento, la atención y la reflexión. Además, el juego fomenta el ejercicio físico, aumenta la creatividad y la inteligencia y es también una forma de expresarse y manifestar las ilusiones y deseos.
No podemos dejar de mencionar otro efecto positivo del juego como es la enseñanza y la transmisión de valores. Cuando los niños juegan aprenden el valor de la generosidad, el respeto al otro, la tolerancia, la persecución de un objetivo, la perspectiva y la paciencia. De ahí, la importancia de recuperar los juegos tradicionales frente a los juegos tecnológicos.
Imagen: blogspot
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