En un momento del parto, los profesionales médicos que lo están atendiendo pueden considerar necesario realizar una episiotomía. En función de la elasticidad del periné o de ciertas circunstancias como el sufrimiento fetal, el agotamiento materno, la presentación del bebé de nalgas o cefálica o un parto instrumental, esta práctica servirá de ayuda para evitar mayores complicaciones. Pero, ¿se podría evitar de alguna manera? ¿Qué consecuencias puede conllevar?
Una incisión dirigida
La episiotomía consiste en una incisión dirigida, de unos tres o cuatro centímetros, que se realiza en la vagina, el anillo vulvar y el periné. Con ella se pretende ampliar el canal del parto para acortar el periodo expulsivo y evitar así la producción de desgarros complicados. De hecho, si se produce una distensión excesiva y mantenida de los músculos del periné, con el tiempo puede causar prolapso genital (descenso de los órganos pélvicos debido a la rotura o debilidad del soporte del suelo de la pelvis) e incontinencia urinaria.
La incisión puede ser central, desde la horquilla vulvar hacia el ano; o mediolateral, partiendo del mismo lugar y luego desviándose hacia un lado (en general, hacia el derecho). La central es menos dolorosa, menos sangrante, más estética y se cura mejor, pero tiene el inconveniente de que se puede dañar el esfínter anal o la mucosa rectal si se prolonga durante el desprendimiento de la cabeza. También es mayor la incidencia de fístulas recto-vaginales e incontinencia fecal asociada.
En el caso de episiotomía mediolateral, el sangrado es mayor, pero si se realiza correctamente se evita la extensión de los desgarros al ano y al recto. Sus complicaciones más comunes son mala cicatrización y el dolor.
La reconstrucción de la incisión será lo más estética posible para evitar las cicatrices. Es preferible comenzar la sutura una vez que ha salido la placenta. Los materiales que se usan para la sutura son reabsorbibles, por lo que no habrá que retirar los puntos. La cicatrización será completa al cabo de 4-6 semanas.
Posibles complicaciones de la episiotomía
La episiotomía es un corte profundo que atraviesa músculos y tejidos y, como cualquier herida, presenta riesgo de sangrado, hinchazón, hematoma y dolor. Además, la zona del periné es propicia a las infecciones (es un área que está expuesta a la orina y las heces). Sin embargo, pocas episiotomías se infectan. Y si se da el caso, se suele resolver con un tratamiento antibiótico.
También puede interferir en las relaciones sexuales, produciendo dolor o bajo nivel de satisfacción.
Suelo pélvico en forma
No se puede evitar que, finalmente, se efectúe una episiotomía si es realmente necesario. Pero, durante el embarazo, si que podemos fortalecer los músculos de la vagina y así aumentar la probabilidad de que el parto sea más fácil y se produzcan menos desgarros.
Por un lado, contamos con los ejercicios de Kegel que consisten en contraer y relajar la musculatura perineal, para fortalecer el tono muscular, haciéndolo más resistente. Se trata de realizar ejercicios de contracción del esfínter anal, elevando simultáneamente los músculos de la vagina y de la uretra (como cuando se tienen ganas de orinar y hay que aguantarlas). Mantendremos la contracción durante unos dos o tres segundos, y después los relajaremos otro par de segundos y volveremos a empezar (se recomienda repetirlo de cinco a diez veces). Son ejercicios sencillos y eficaces, que pueden realizarse en cualquier momento y lugar, tanto sentada como tumbada o de pie.
Durante el último trimestre del embarazo, también se pueden practicar masajes perineales para dar más elasticidad a los tejidos. Consultaremos con nuestro ginecólogo o nuestra matrona, ya que al principio pueden resultar un tanto molestos, y puede ser necesaria la colaboración de nuestra pareja. Pero, sin forzar los movimientos, poco a poco nos iremos acostumbrando. Así, el periné será capaz de alcanzar cada vez una mayor distensión de los tejidos, con menos molestias.
Cuidados posparto
Si te han practicado una episiotomía, tu periné requerirá ciertos cuidados específicos que detallo a continuación:
- Mantén la zona limpia y sécala rigurosamente.
- Utiliza ropa interior de algodón.
- Inspecciona diariamente la herida y realiza lavados con jabón neutro. En caso de que aparezca un edema, la aplicación local de hielo puede reducir su tamaño y disminuir las molestias.
- Facilita la evacuación intestinal regular (toma mucha fibra) y límpiate siempre en dirección al recto. Si es preciso, puedes utilizar microenemas. Tu ginecólogo te aconsejará al respecto.
- Para aliviar el dolor, te puedes dar baños de asiento con agua tibia. También puedes recurrir a antiinflamatorios y analgésicos tópicos.
- Realiza ejercicios para volver a fortalecer la musculatura de la zona pélvica, que está resentida tras el parto. Con ellos podrás también prevenir la incontinencia urinaria.
- Si las molestias son persistentes habrá que consultar con el especialista, para descartar una infección.
Fotos | Hans and Carolyn; Ellen
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