Cuando los padres comiencen a tener sospechas, lo primero que tendrán que hacer es consultar el caso con el médico. Pero antes, los padres pueden “llevar hechos los deberes” apuntando incluso algunos datos, que resultarán después muy útiles al especialista.
A continuación, os ofrecemos un listado con detalles a tener en cuenta. No hay que obsesionarse con esto (si los padres no tienen claro alguno o ninguna de las observaciones, no va a pasar absolutamente nada, el médico empezará de cero y listo), simplemente si se puede aportar algo de esta información, siempre será mejor.
– Si el niño se pone peor en alguna época del año concreto (no necesariamente tiene que ser la primera).
– Observar si los síntomas empeoran en algún momento del día.
– Vigilar si el niño reacciona al contacto con animales.
– Si el niño ha introducido en su dieta algún tipo de alimento que antes no consumía.
– Aún, habiendo comido un alimento anteriormente, es posible que a partir de un momento dado, el niño reaccione ante él. Por tanto se vigilará también, si empeora habitualmente tras ingerirlo.
– Si su piel reacciona ante algún tipo de tejido, si se hincha o enroje al estar en contacto con algún material, o tras haber sido picado por algún insecto.
Las pruebas médicas, sin duda serán las que detecten las alergias en el niño, pero resultará de gran ayuda, que al ir al médico, los padres puedan proporcionar toda esa información que hemos detallado, u otras que ellos consideren importante y relevante.
Una vez el especialista haya tomado sus notas, lo más probable es que proceda a realizar las pruebas alérgicas al niño. Las pruebas más habituales son la prueba cutánea, los análisis de sangre o la prueba del parche. De todas ellas hablaremos más detenidamente en la próxima entrada de este blog.
Imagen: WellspringCS.