Se ha de ir sustituyendo, de una en una, las tomas de leche que recibe el lactante por los distintos componentes de la alimentación complementaria (papilla de cereales, fruta, puré de verdura…) de forma paulatina, con intervalo suficiente para que el niño vaya aceptando los nuevos alimentos, probando su tolerancia antes de introducir uno nuevo y dando tiempo a la adaptación de su organismo.
En este periodo es muy importante permitir que la cantidad de alimento pueda variar de un día a otro y de una semana a otra, según el apetito.
Con el paso del tiempo y siguiendo estos sencillos consejos el niño será capaz de tolerar y apreciar la riqueza de sabores y la variedad de alimentos propios del ser adulto. Es a partir de aquí cuando se irán desarrollando las preferencias alimentarias hasta tal punto que la educación que reciban marcará su dieta para el resto de la vida.
Imagen: oaxaca
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