Las comidas familiares desempeñas un papel decisivo en la transmisión de hábitos y costumbres alimentarias, a la vez que otorgan al niño seguridad y sentido de pertenencia a la familia y a su grupo social.
El niño preescolar centra su interés en socializar más que en alimentarse, en ocasiones se encuentra tan absorto con el juego que se olvida de comer, lo que, sumado al apetito escaso propio de esta edad, en ocasiones puede originar problemas. Por eso es muy importante a estas edades presentar una variedad de alimentos que pueda ver, tocar, oler y saborear, esto permitirá desarrollar sus sentidos y despertar su interés.
A medida que brotan los dientes y el niño adquiere mayor capacidad de coordinación y movimiento (habilidad neuromotora), se debe aumentar la consistencia de sus alimentos, esto estimulará su desarrollo y no implicará ningún riesgo si se hace bajo la vigilancia de sus padres o cuidador.
Además de la escasez de apetito (debido a la desaceleración del crecimiento), se deben esperar variaciones en la cantidad de alimentos consumidos. Por lo general, estas fluctuaciones de apetito no presentan problema, siempre y cuando el niño crezca de manera adecuada.
No quiere probar nada nuevo
El rechazo inicial a los alimentos nuevos o desconocidos se denomina neofobia y tiene dos períodos críticos. El primero aparece cuando se introducen alimentos semisólidos a los niños pequeños, a lo largo del primer año de vida y el segundo periodo ocurre alrededor del tercer año de vida, cuando el niño empieza con la etapa de rebeldía.
La neofobia se vence mediante la exposición reiterada al alimento. Algunos estudios demuestran que es necesario ofrecer el alimento un promedio de doce veces hasta que es aceptado e incorporado por algunos niños.
En aquellos niños que les cuesta más introducir alimentos nuevos, la paciencia será la mejor arma. Se deberá respetar las predilecciones alimentarias de los niños, pero no se les puede permitir que acaben rechazando un grupo entero de alimentos, ya que esto necesariamente los conducirá a una deficiencia nutricional.
Los padres, en un intento desesperado por que el niño coma, tienden a menudo a usar la comida como recompensa, castigo o soborno: estas conductas deben evitarse, ya que el niño aprende a recompensarse con la comida y esto puede favorecer futuros trastornos alimentarios. Para lograr una mayor aceptación de los alimentos se recomienda lo siguiente:
- Ofrecer al niño la misma comida que a toda la familia: el ejemplo es fundamental, no podemos pretender que los niños coman alimentos que no van a comer los adultos. A menudo los niños que acuden a guarderías o comedores escolares son mejores comedores, ya que aprenden a comer por imitación, viendo a sus padres.
- Servir raciones pequeñas para que el niño pida más si así lo desea.
- Preparar alimentos que el niño pueda tomar con las manos.
- Variar las texturas de los alimentos que se le ofrecen: suave, firme, jugosa… Aumentar la dureza de los alimentos conforme se incremente la habilidad para masticar del niño.
- Combinar colores para hacer más atractiva la comida. Las frutas y verduras son de gran ayuda para este propósito.
- Dar una presentación sencilla de los alimentos, cocinar con pocos condimentos. A los niños, por lo general, les gustan los sabores delicados.
- Dar a las verduras presentaciones atractivas para facilitar su aceptación.
- Hacer participar al niño en la preparación de las comidas, aumentando la dificultad en la ayuda a medida que va siendo mayor, se sentirá orgulloso y mucho más abierto a probar la preparación.
Para que la alimentación del preescolar sea adecuada debemos tener claras estas sencillas reglas:
- Edúcale para que coma de todo, aquellos alimentos que no incorpore en esta etapa será mucho más difícil que los introduzca más adelante, es un trabajo duro y que requiere de mucha paciencia, pero ¡merece la pena!
- Cubre sus necesidades de energía, ya que es una etapa de crecimiento y desarrollo y, en general, de mucha actividad física.
- Cuida el aporte de proteínas de buena calidad: carnes, pescado, huevos, lácteos.
- No abuses de dulces, chucherías y refrescos.
- Si bien no existen alimentos buenos y malos, los niños deben comer de todo (siempre y cuando ninguna enfermedad se lo impida) y disfrutar haciéndolo, pero deben aprender que algunas cosas deben consumirlas con mayor frecuencia y otras de forma ocasional.
Además, es importante seguir un horario regular para realizar las comidas: son fundamentales las cuatro comidas principales y la de media mañana. También hay que evitar el picoteo entre horas, ya que, en general, se consumen alimentos de escasa calidad nutritiva que acaban desplazando el consumo de otros, ya que cuando llega la hora de comer no sienten hambre.
Recomendaciones para la introducción de nuevos alimentos
- Observa en qué momento del día el niño está más dispuesto a probar un alimento nuevo.
- Ofrécele el alimento cuando tenga hambre, si se lo ofreces una vez que ya ha comido, posiblemente esté saciado y lo rechace.
- Dale el nuevo alimento junto con otros alimentos que ya conoce.
- Sírvele una porción pequeña del nuevo alimento.
- No le fuerces a que pruebe el alimento, ya que generará mayor rechazo por el mismo, en este caso lo mejor es negociar con equilibrio.
La edad preescolar es una etapa en la que el niño experimenta grandes cambios: la forma de comer, las predilecciones y los rechazos de los alimentos adquiridos en estos años perdurarán y sentarán las bases para el futuro. En nuestras manos está la oportunidad de hacerlo bien. ¡No la desaprovechemos!
Fotos | Nate Grigg; David Goehring; Local Matters;