Respecto al tratamiento de la dermatitis seborreica, lo primero que hay que tener en cuenta es que tiene una evolución benigna, con tendencia a la curación espontánea, por lo que no se debe ser agresivo con el tratamiento. Eso sí, es necesario practicar unas recomendaciones generales de higiene que incluyen el uso de ropa ligera, que no oprima, que sea de tejidos de lino o algodón y con cambios frecuentes de la misma. La piel del niño tiene que limpiarse utilizando solamente dermolimpiadores no jabonosos neutros o ácidos. Por último, los baños han de ser tibios, con extracto de avena y albúmina láctea, o baños oleaginosos.
En el caso de que sea necesaria la disolución del componente costroso, esto puede hacerse mediante la aplicación tópica de vaselina (en ocasiones junto a un agente queratolítico como el ácido salicílico en diferentes concentraciones) u otros agentes oleosos como el aceite de oliva o de almendras. Tras aplicar estos productos, los dejamos actuar unas horas y procedemos a retirar las escamas reblandecidas. Posteriormente y si la piel aparece muy inflamada podemos emplear una crema con corticoide de baja potencia (hidrocortisona al uno por ciento).
El tratamiento tópico con aceite de semillas de borraja aplicado dos veces al día en la zona del pañal y en otras áreas corporales también ha demostrado su eficacia.
No debemos confundir la dermatitis seborreica con la dermatitis atópica. Si no pica, no es dermatitis atópica. El picor es uno de los síntomas que siempre acompaña a otra dermatitis frecuente en la infancia, la dermatitis atópica. Este tipo de dermatitis, aunque produce un tipo de lesiones similares a las del eccema seborreico, se caracteriza por su aparición más tardía, generalmente a partir del segundo y tercer mes de vida. Además, las lesiones se localizan preferentemente en la cara en estos primeros meses, no suele afectar al área del pañal, el prurito es intenso y en ocasiones existen antecedentes familiares en padres y hermanos.
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