A continuación os dejo una serie de consejos a seguir a la hora de desenganchar del mundo de los videojuegos a nuestros hijos:
- No debemos restringirle de repente el acceso: no se trata de prohibir tajantemente, el objetivo es que se beneficie de las tecnologías sin padecer las consecuencias negativas del uso excesivo. Un uso por encima de las dos horas diarias para un niño que dedica su ocio exclusivamente a los videojuegos es excesivo y perjudicial.
- Observar su comportamiento para poder introducir poco a poco cambios en sus rutinas: los horarios son muy importantes y nos pueden ayudar mucho a que el niño perciba la norma de que hay un tiempo para todo incluso para jugar y no que jugar o estar en frente de dispositivos sea la norma. Pactar sus horarios y que estos sean basados en rutinas responsables donde se respeten las horas de las comidas, del sueño, del estudio, aseo…
- Introducid pequeños cambios: por ejemplo, no castigando o restringiendo el uso a dispositivos o premiando con tiempo extra de juego. Ellos perciben que ganar tiempo es un premio e irán a por ello. También percibirán como castigo el limitar su uso y pueden sentir ansiedad o nerviosismo ante la retirada.
- Fomentar otras actividades de ocio: por ejemplo salidas al campo donde no hay lugar para dispositivos electrónicos, sino para juegos más dinámicos, y premiar cuando lo haga bien o cuando mejore en estos juegos, de manera que quiera repetir la actividad y que encuentre una alternativa a los videojuegos.
- Jugar más con vuestros hijos: al compartir tiempo de ocio con ellos, los videojuegos pueden ser una buena alternativa, pero al estar con nosotros jugando controlaremos, no solo el tipo de juego, sino el tiempo al que están expuestos.
No es tan difícil, ¿verdad?
Foto | The Eggplant