La mayoría de los papás nos preocupamos en exceso y, sobre todo, nos exigimos demasiado. “Come fatal, se despierta un montón cuando mi sobrino de la misma edad duerme con un lirón, enferma muy a menudo… ¿Lo estaré haciendo bien?” ¡Basta de sentirse culpable! Los niños tienen problemas para comer, dormir, se ponen malitos… y tú eres el mejor padre o madre que podría haber tenido tu hijo.
Seguramente, si las madres y padres, especialmente los primerizos, pudieran expresar su deseo más oculto, la inmensa mayoría pediría lo mismo: un libro de instrucciones que además fuera infalible. Y es que la sensación de inseguridad unida unida a la inexperiencia es un tándem que genera muchas dudas y angustias, y que nos lleva a repetir una y otra vez: “pero, ¿qué habré hecho mal esta vez?”.
El miedo a equivocarse es normal y comprensible, pero no es bueno que derive en una preocupación excesiva o incluso en una obsesión absolutamente contraproducente, tanto para los padres como para el niño.
Son muchos los padres que desarrollan unos niveles de autoexigencia elevadísimos y no se permiten el más mínimo error en el cuidado de sus hijos, y esto les lleva a vivir en una permanente tensión y a someterse a una continua evaluación.
Inexperiencia, miedo a lo desconocido, perfeccionismo…
Criar a un hijo supone una enorme responsabilidad, ya que su bienestar, y en gran medida también la construcción de su personalidad, va a depender de cómo lo hagamos. Muchos padres, llevados por un afán de perfeccionamiento y con una percepción exagerada de la influencia que sus decisiones pueden tener en las vidas de sus hijos, pretenden no cometer ningún error.
Y es aquí, paradójicamente, cuando están cometiendo la mayor equivocación: en lugar de pretender hacerlo lo mejor posible, se obsesionan por no fallar, como si obviaran su condición de humanos creyéndose máquinas infalibles.
Ranking de autoexigencias
Es el pediatra quien se convierte en el principal depositario de los temores y dudas paternos. Los padres se muestran más inseguros sobre la alimentación y los cuidados básicos del bebé. Curiosamente, no consultan enfermedades sino los síntomas que acompañan a estos procesos, como la fiebre y la tos.
Por otro lado, el hecho de poder buscar en Internet todo tipo de información sobre la salud, la alimentación y el desarrollo infantil hace que los padres estén más desorientados que nunca, porque muchas de estas informaciones a veces no proceden de fuentes fiables y otras son poco claras e incluso contradictorias, lo que no hace más que aumentar sus dudas a la hora de actuar.
Criar un hijo no es fácil
El primer paso para hacer frente a la inseguridad pasa por aceptar desde el primer momento que ser madre o padre no es nada fácil. De esta forma es más fácil entender que los errores, si se pueden llamar así, forman parte de este proceso. Por lo general, son muchos más los aciertos que los fallos, por lo que es esencial tener presentes los primeros, para así ganar confianza.
Lo más importante no es acertar siempre, sino detectar los errores, analizar las causas, medir sus consecuencias y corregirlos con conductas más adecuadas. De esta forma, además, enseñaremos a nuestros hijos (cuando empiecen a comprenderlo), con ejemplos diarios, que la vida implica riesgo, incertidumbre… pero, también, aprendizaje, evolución, superación y crecimiento.
Muchas mamás, cuando no saben cómo actuar, recurren a los consejos de abuelas, hermanas o amigas más veteranas en estas lides, pero en la crianza, como en otras cosas de la vida, funciona aquello de que “cada maestrillo tiene su librillo”. Nadie conoce a tu hijo mejor que tú, así que, sigue tu instinto de madre.
Además, también es bueno hablar con otros padres, leer libros y revistas especializadas y consultar con buenos profesionales. Todas estas son buenas vías para comparar y aprender más. Nadie nace sabiendo ser padre o madre.
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