La concepción de un hijo es un proceso vital que, a pesar de constituir un elemento propio y natural en la especie humana, no siempre es fácil de conseguir. Médicamente se considera que existen problemas de concepción cuando no se consigue el embarazo tras un año de mantener relaciones sexuales habituales sin protección. En general, después de este periodo, el 80% de las mujeres menores de 35 años consigue quedarse embarazada. Pero, debido a los hábitos de vida de la pareja y al deseo gestacional más tardío en nuestra sociedad, cada vez son más las parejas que acuden en busca de ayuda para tener descendencia.
De modo general, podríamos decir que cuando una pareja desea quedarse embarazada debe partir de las mejores condiciones posibles, y esto hará que las posibilidades de conseguirlo aumenten. Por esto es recomendable acudir a la consulta de consejo preconcepcional antes del embarazo para recibir recomendaciones sobre los hábitos que debemos tener para favorecer la gestación:
- La edad: es fundamental tener en cuenta la edad de la pareja, sobre todo la de la madre, ya que es el factor más importante que influye sobre la fertilidad. Así, a partir de los 35 años, la capacidad reproductiva de la mujer disminuye sustancialmente y por encima de los 40 años cae drásticamente. Además, no sólo disminuyen las posibilidades de quedarse embarazada, sino también de que el embarazo llegue a término y sin problemas.
- Malos hábitos: el tabaquismo es lo primero que se debe abandonar, ya influye tanto en la capacidad reproductiva del hombre como en el de la mujer, siendo además perjudicial para el desarrollo del feto. Del mismo modo, el alcohol y la cafeína deben ser evitados antes de quedarse embarazada, así como durante la gestación, ya que también pueden influir en la fertilidad.
- Vida sana: llevar una vida saludable con una dieta equilibrada y variada, y la realización de ejercicio moderado, habitualmente, facilita el embarazo. Las mujeres con sobrepeso o demasiado delgadas tienen más dificultades para concebir. Además, hacer ejercicio ayuda a reducir el estrés que es otro de los factores que pueden influir negativamente a la hora de quedarse embarazada.
- Práctica sexual: como medidas generales también vale la pena mencionar que algunos profesionales aconsejan dentro de los hábitos sexuales ciertas posturas que pueden favorecer el depósito de los espermatozoides cerca de la entrada del útero para ayudar a la concepción. Así, la postura del misionero (con la pareja tumbada, la mujer se coloca debajo y el hombre encima), con una almohada debajo de las caderas de la mujer para que estas queden ligeramente elevadas, pueden facilitar la concepción.
Si a pesar de todas las medidas la pareja no consigue quedarse embarazada, se debe realizar un estudio básico de esterilidad que fundamentalmente busca descartar las causas más importantes que pueden estar influyendo en la infertilidad.
Para investigar tanto a la mujer como al hombre existen numerosas pruebas, aunque las más sencillas y a la vez más importantes son hablar con la pareja para conocer sus hábitos y su estilo de vida; y además en la mujer, realizar un análisis de sangre y una ecografía. En el hombre se realiza un espermiograma (estudio del semen) para valorar su calidad y conocer si sus espermatozoides están capacitados para fecundar los óvulos de la mujer.
Una vez que se ha llegado a un diagnóstico correcto de los problemas de la pareja, se deben poner las soluciones adecuadas a cada uno de ellos. Si el tratamiento de la causa no es suficiente, o bien no se encuentra un factor causal concreto o solucionable (como puede ser la edad), existen una serie de avances tecnológicos que ayudan a la concepción, conocidos como técnicas de reproducción asistida.
Las causas de la infertilidad pueden ser…
- Debidas a la mujer: suceden en un 40% de los casos. Aquí se engloban problemas hormonales (que provoquen falta de ovulación o deficiencias que impidan mantener un embarazo conseguido, por lo que se aborta), alteraciones congénitas como malformaciones del aparato genital, mujeres con operaciones previas que tengan alterado el aparato genital interno (por adherencias, por ejemplo), infecciones (tanto de transmisión sexual como de otro tipo), ingesta de sustacias tóxicas (como tabaco, alcohol, drogas, medicamentos…), influencia de radiaciones (como en ciertos trabajos de riesgo) y enfermedades generales como diabetes mellitus, enfermedades renales o alteraciones nutricionales.
- Debidas al hombre: suponen un 40% de los casos. En el hombre, a parte de causas generales, se estudia la calidad espermática que, además, puede estar influenciada por los factores citados.
- Debidas a ambos: suelen presentarse en un 20 % de las ocasiones.
Las técnicas de reproducción asistida son procedimientos dirigidos a reproducir el proceso de fecundación natural, cuando éste falla de manera reiterada, haciendo que una pareja no pueda concebir. Dentro de las diversas técnicas que existen en el campo de la reproducción asistida destacan tres:
Inseminación aritificial: consiste en colocar el semen del hombre dentro del útero de la mujer, intentando que otros espermatozoides asciendan por las trompas de Falopio y fecunden el óvulo, para conseguir así la concepción. En general, para aumentar las posibilidades de que los espermatozoides realicen su función, se eligen los de mejor calidad y los más activos mediantes diversos procedimientos, que es a lo que se le llama en conjunto la “capacitación espérmica”.
De este modo nos aseguramos de que, si no se consigue el embarazo, no será por culpa de los espermatozoides. Cuando el semen del varón está en tan malas condiciones que ni seleccionando se puede conseguir un grupo espermático activo para fecundar, se puede recurrir a semen donante. La tasa de éxito por ciclo de inseminación ronda el 15%.
Fecundación in vitro: consiste en coger, por un lado, los espermatozoides del varón y, por otro lado, los óvulos de la mujer, y en el laboratorio juntarlos en un ambiente apropiado (en un medio de cultivo, con la temperatura y las concentraciones de gases y humedad adecuadas) para que se produzca la fecundación. Una vez conseguido esto, el óvulo se coloca en el útero de la mujer para intentar conseguir un embarazo. La tasa de éxito por ciclo de fecundación está en torno al 30%.
Microinyección espermática: en realidad es un tipo de fecundación in vitro, pero lo que se hace es coger sólo un espermatozoide (el mejor) y meterlo con una microaguja dentro del mejor óvulo de la mujer. El producto se coloca de nuevo en el útero de la mujer, asegurándose la fecundación del óvulo. La tasa de éxito ronda el 40%.
Hay que tener en cuenta que no todo el proceso en las distintas técnicas de reproducción asistida se efectúa en el laboratorio, de modo que, por ejemplo, para conseguir los óvulos de la mujer, ésta debe someterse a tratamientos moderadamente intensos (que son tolerados por algunas mujeres mejor que otras), que pueden tener complicaciones y efectos secundarios indeseables.
Por ello, antes de someterse a estas técnicas debemos haber realizado el estudio previo para estar seguros que la causa de la esterilidad no se puede solucionar mediante métodos más sencillos o accesibles, y la pareja ha de tener en cuenta esos efectos antes de someterse a este tipo de tratamientos para valorar el balance riesgo-beneficio.