La inteligencia lingüística (otra inteligencia perteneciente a la teoría de inteligencias múltiples de Howard Gardner) es la capacidad que tiene el ser humano de pensar y utilizar las palabras de manera eficaz ya sea de forma oral o escrita. Por supuesto la habilidad va a englobar otros aspectos como la manera de expresarse, la fonética, la semántica, etcétera.
Como es lógico, aquellos que tienen desarrollada esta inteligencia son los escritores, poetas, periodistas, oradores, políticos… en fin, todos aquellos que utilizan la palabra y sus formas para expresarse.
Para desarrollar la inteligencia lingüística es, como es lógico, imprescindible que desde pequeño se hable a los niños. A todos los bebés se les enseña a hablar, es importante pasar ratos con el bebé cogido y hacer esto de manera que se pueda mantener el contacto visual. Unido al mero hecho de hablar, también es importante contarle historias, leerle cuentos… y aunque los libros parecen estar dirigidos a niños un poco más mayores, nunca es pronto para coger un libro, hojearlo con el niño y narrarle una historia.
Las personas que destacan con este tipo de inteligencia, además de leer y escribir de manera eficaz, van a tener otras características importantes, como por ejemplo el saber escuchar, hablar y debatir. Los niños que la desarrollan suelen coincidir en aspectos como:
– Utilizan un vocabulario que corresponde a niños más mayores o a adultos.
– Son capaces de inventar historias de forma oral o escrita.
– Tienen facilidad para contar algo que les ha ocurrido o han soñado.
– A medida que van creciendo muestran interés por debatir y cuestionar lo que ocurre a su alrededor.
– No tienen mayores problemas para hablar con gente desconocida.
– Leen de manera rápida y correcta.
– Saben el significado de un gran grupo de palabras, y si no saben algo sienten interés por descubrirlo.
Foto obtenida de: crosswalk.com.